Conecta con nosotros

Cultura

Bodas en Espinal

Publicado hace

el

En el Istmo de Tehuantepec, las bodas o uniones matrimoniales presentan más o menos las mismas manifestaciones en su ritual, puede decirse que es herencia del mestizaje, con las variantes que se observan en los pueblos istmeños. Hace muchos años que, en Tehuantepec, cuando la novia, por alguna causa o circunstancia, había perdido su virginidad, en las puertas del templo se colgaba una olla con un hoyo en el centro. En Juchitán, la novia, consumado el “rapto” o “huída” tenía que permanecer en la casa del novio, hasta la consumación del matrimonio civil y religioso, en Espinal, los familiares más cercanos del novio, en caso de que éste haya “raptado” a la novia, tenía que mostrar alguna señal, un jirón de tela manchada de sangre, indicativo de que es virgen, que “no ha sido tocada por nadie”.

En Espinal, hasta hace unas cinco décadas, era común “el rapto” como forma de apropiarse a la hembra y asegurarse de su virginidad guardada celosamente. Por lo general, después de las velas de mayo o de la feria titular, los futuros cónyuges luego de una relación, cuando sus impulsos sentimentales se han consolidado deciden “huir”: Uxoñe Gunáa, para consumar el acto sexual: Ireza Guidi. Previo acuerdo entre la pareja, la núbil, Nubi Xuá, en un descuido de la familia acude a la cita con su prometido quien la lleva a algún discreto aposento. Un grupo de amigos se
prepara para anunciar con estruendo de cohetes y mezcal, que de hecho es un aviso a los padres de la novia, el acontecimiento.
Ante tal situación, habrá de buscarse un acuerdo de conformidad. Los padres del pretendiente envían a los “Chagolas”, personas respetables, como emisarios de buena voluntad para convencer a los padres de la futura esposa y, si éstos acceden, porque en ocasiones, por diversas causas, no es así, se procede a acordar los términos de la futura unión conyugal. Este acto, casi siempre es condicionado al deseo de la familia de la novia, de la mujer, a la que debe “dársele su lugar”.
Era una costumbre que el “rapto” se haga en la noche del domingo para amanecer el lunes y hacer la fiesta precisamente en el curso de este día: “noo lunes ra vixoñe gunáa”, hay fiesta por la “huída” de la mujer, se corre la voz entre la parentela y el vecindario y acto seguido se congregan a convidar al Són candoroso del:
Behua xiña canezu riini
purti gudoo xatu vidua chita
máa gudxe lii ora cui ndíni
ni la bidua ne nii la dxita.

Con alegría se baila y se bebe con prestancia. El que llega tarde, si es pariente o vecino, se sanciona, “icaa llaga”, sea que ingiera mezcal en varios sorbos o que pague en monetario su “falta”: Roberto Winkler alias “chipa”, prefería el mezcal, mientras más mejor. El novio, discreto, pero orgulloso, muestra a sus parientes cercanos una prenda, su pañuelo, con mancha de sangre reciente emanada de la herida que produce la ruptura del himen, indicativo de la virginidad, que es el sello de la dignidad zapoteca como mujer. Por esto llegará pudorosa al altar para recibir el sacramento del matrimonio. Dicha prenda se deposita en un jicalpextle Xiga Gueta, cubierta de flores rojas de tulipán que será exhibida en respetuosa discreción ante los presentes.
Ya de noche, después del baile, la novia, cubierta la cara con un rebozo irá a expiar su culpa Uxooba dónda y recibir el perdón por su “falta”. Se muestra apenada y en aparente arrepentimiento se postra de rodillas ante sus padres quienes la reciben para entregarla a la consumación del matrimonio.
Siguiendo el ritual, en fecha ya prevista, se confeccionan las coronas de flores, “Chac guieg”, que será parte de la ofrenda que en procesión se lleva por la noche. El que encabeza la comitiva es el “xuana” que porta un candelabro con incienso humeante seguido por otros con velas y floreros. No se les invita a sentarse, sino parados sobre un petate extendido en el piso expresan su mensaje y entregan lo que traen, una dote, como un presente del novio y ciñen en las sienes de los familiares de la novia las coronas, “laapa” y “guiec chita”. Dejan el pan, el marquezote, chocolate y agua gaseosa que al siguiente día se repartirá en un envoltorio “guiaze guendarec”. Quien recibe esto es invitado ex profeso y obsequiará a cambio, el día del festejo matrimonial, un par de tazas, platos, ollas de barro, etc., con que iniciarán los esposos su nueva vida.

*Tomado del Libro “El Espinal, Génesis, Historia y Tradición” /Autor: Luis Castillejos Fuentes/Cuarta Edición 2019/Patrocinio de la Secretaria de Cultura de Oaxaca/Pags.92 y 93.

Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia