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Cultura

Rosendo Pineda

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A principios del siglo XVIII, hace más de doscientos años, era muy conocida en Juchitán una familia zapoteca que se apellidaba Piñeda. No se sabe hoy de miembro alguno de ella, de lo cual se reduce que, andando el tiempo, los descendientes convirtieron el apellido en Pineda.

De una de esas ramas vivió en Juchitán, a mediados del siglo XIX, una hermosa dama, en plena juventud, morena clara, nativa del lugar, con ojos de ágata y mirar de fuego, nariz recta y boca bien formada, alta, de andar cadencioso, con hoyuelos en la mejilla al reír, se llamaba Cornelia y tenía veinte años de edad.

Era la época de la rebelión istmeña de Melendre, en el año de 1850, cuando llegó a Juchitán una comisión extranjera, compuesta de ingenieros franceses, que siguieron peregrinando al sur un año después. Entre ellos venía el joven ingeniero Teófilo Delarbe, quien se enamoró locamente de la belleza de Cornelia, y del fruto de ese amor vino al mundo el niño, el 1º de marzo de 1851, a quien se le puso por nombre de Rosendo. Nadie se imaginaba que este niño habría d figurar con muy relevante personalidad, más tarde, en la época porfiriana.

Las actividades de Cornelia se concretaban a sembrar y cosechar añil, pero también era lavandera y planchadora de la gente acomodada. Tuvo otro hijo y, con su trabajo personal, vivió holgadamente en un ambiente saludable, aun cuando había dificultades para educarlos, porque no existían escuelas en Juchitán.

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Cornelia tenía la costumbre de celebrar su cumpleaños el día 16 de septiembre, para reunir a sus parientes que llegaban a la fiesta oficial y pasar un día feliz con ellos. Para esta familiar, aunque sencilla, acostumbraba iniciar los preparativos cuatro días antes y en último festejo, ajena por completo a la muerte que le acechaba sufrió un ataque cardiaco un día 12 de septiembre, primero de los preparativos de su fiesta y quedó dormida para siempre. Mientras esto acontecía, su hijo preferido, Rosendo, que era ya un hombre, se había graduado como abogado en Oaxaca.

Se dice que desde que uno nace trae consigo su destino en este mundo, destino que es lo que forja en su yunque de oro o de plomo, de amor o de dolor, la suerte de cada quien. El día 7 de enero de 1867, llego a Juchitán el general Porfirio Díaz, para felicitar a los juchitecos por el triunfo de sus armas contra los imperialistas e invasores franceses, en la gloriosa jornada del 5 de septiembre de 1866. Como una demostración de gratitud a Juchitán a su regreso, se llevó a Oaxaca a seis jóvenes nativos para que estudiaran. Tres de ellos para dedicarlos a la carrera de las armas, que cursarán en México y otros tres para que estudiaran en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca. Entre estos últimos, se fue nuestro biografiado, estando aún viva su madre. Lo tutoreó el Gobernador del Estado, General Félix Díaz y se portó muy bien, logrando siempre calificaciones sobre salientes. Hizo muchos méritos como poeta, orador y abogado. Se trasladó después a México, y logro ser muy amigo y allegado de Porfirio Díaz, que era ya Presidente de la Republica.

Cuando salió electo diputado federal por Juchitán su credencial fue rechazada por indicaciones del General Díaz, quien prefirió que ocupara la curul el coronel espinaleño Máximo Toledo, que se le adelantó con una credencial que indebidamente otros electores de Juchitán le extendieron, según informó el elector Manuel Ruiz a don Julio Pineda. El General Díaz le ofreció a Rosendo otra curul por un distrito electoral de algún Estado del norte de la Republica. Pineda declinó dignamente tal ofrecimiento por no ser norteño y porque no podría demostrar haber ganado aquella legalmente. Ante esta negativa, el Presidente se concretó a decirle: Usted sabe lo que hace.

El licenciado Pineda volvió a Oaxaca, lugar donde también arribó, después de algún tiempo, el caudillo de la Presidencia. Rosendo se presentó a recibirlo, lo que no pasó inadvertido al General Díaz. Mando a llamarlo dos veces, sin que en ninguno de ellas hiciera el honor al llamamiento. Por una tercera vez el General envió a un coronel para que fuera por Rosendo. Este, lo mismo que a los mensajeros anteriores, le contestó que ya se estaba vistiendo para ir enseguida. El coronel dijo que llevaba consigna de conducirlo de todos modos y entonces Pineda respondió: Bien, vamos.
Se presentó a don Porfirio y al saludarlo éste, le preguntó porque no había ido a verlo. Pineda contesto sencillamente: porque yo nada significo y en nada podré ser útil. Don Julio no informó más del curso de la larga plática que D. Porfirio tuvo con Rosendo Pineda, porque el mismo Rosendo ya no le platico nada. Sólo le dijo que, después de una larga discusión, al fin reconoció su credencial y sustituyó por legítimo derecho al coronel Máximo Toledo. Desde entonces fué diputado hasta que aconteció el derrocamiento del gobierno del General Porfirio Díaz.
Don Rosendo fue celebre en la época porfiriana como ilustre orador de gran carácter y como conductor de hombres. Fué Jefe del Partido Científico y reconocido en México como “Jefe del Diamante”. A pesar de su elevada penetración política, don Porfirio no le dió Cartera Oficial alguna porque conocía su fondo liberal, propenso a inundarlo todo de luz; sólo le dio oportunidad para desenvolverse. Fué Presidente de la Institución Bancaria de Londres.

Según leí en una obra de Manuel Brioso y Candiani, Rosendo Pineda, como diputado, dio celebre respuesta al mensaje presidencial de don Porfirio Díaz, en una ocasión, diciendo así: “No es de restringirse ni se debe de suprimir el amparo federal, que es el único que nos ha dejado usted de liberal”.

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Fué famosa su opinión emitida con ocasión de la última relección de Porfirio Díaz, al decirle, en presencia de varios amigos y ministros, que no debería de aceptar su relección y que su decisión en este sentido para declinar la candidatura sería el acto más elevado de su vida política, que lo levantaría a muy grande altura moral, tanto en México como en el extranjero.

Se cree que porque don Rosendo fué apoderado general de don Francisco I. Madero para las negociaciones mercantiles, este alto personaje, cuando llego a Presidente de la Republica, mando a llamarlo como su Secretario Particular. Esta era una buena oportunidad para don Rosendo diera vuela a sus ideas liberales, pero leal político y personalmente honrado, no quiso traicionar a su partido y declinó la distinción que le hizo Madero.

Don Rosendo fué casado con una señora llamada Trinidad, y de este matrimonio tuvieron cinco hijos, que fueron: Emilio, Alejandro, Abel, Rosendo y Berta. Rosendo fué ingeniero de minas y Emilio abogado.

A pesar de que don Rosendo figuró con relevancia, no dejó bienes de fortuna. Fué pobre, por honrado; pero, así como consiguió ser libre en la época de Francisco I. Madero, pudo logarlo en la época de Venustiano Carranza.

Al igual que su madre Cornelia, que murió en Juchitán y lo mismo que su hijo Rosendo en el Perú, don Rosendo Falleció de un ataque cardiaco, el 15 de septiembre de 1914.

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(Datos aportados por Julio Pineda)

*Tomado del libro “Tradiciones y Leyendas del Istmo de Tehuantepec” /Autor: Gilberto Orozco/Revista Musical 1946/Paginas 48, 49 y 50.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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