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Cultura

Proyección en la Región del Istmo de Tehuantepec (1883-1888)

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La población de Unión Hidalgo, actual cabecera del municipio del mismo nombre, no existía en los tiempos de don Pancho; pero en las márgenes del río Chicapa, se encontraban regadas varias pequeñísimas rancherías de juchitecos, ranchos insignificantes, débiles desde todos los puntos de vista, entre los que destacaban, “Ranchu Gubiña” y “El Zapotal”, sin trazas de mejoramiento alguno, ni esperanza de recibir alguna ayuda para su progreso, por la misma circunstancia de su raquítica estructura (seis o diez chozas) de palma cada una de ellas.

Para poder otorgarles algún auxilio material o cultural, don Pancho los reunió en un solo núcleo que denominó Unión Hidalgo, el 5 de mayo de 1883, se dijo entonces, pero se duda de su veracidad, la situó nuestro pronombre en una extensión de tierra que se expropió a don Roberto Maqueo, un terrateniente propietario de la hacienda de “La Venta”, que ahora es la agencia municipal de La Venta. Fue él, entonces quien fundó el pueblo de Unión Hidalgo (El convenio con los Maqueo se formalizó el 20 de octubre de 1883 procediéndose al mejoramiento el día 22 del mismo).

Entre los pueblos del Distrito, Unión Hidalgo es uno de los que están muy bien trazados, se ubica en una planicie envidiable, con sus calles anchas y recatas, y en una distribución perfectamente balanceada existen en las “manzanas” lotes para la creación de jardines públicos. El trazo de esta población la hizo en 1884 el ingeniero civil juchiteco Nemesio Rementería.

En una islita incomunicada, se encontraba San Francisco del Mar, pero los moradores se enfrentaban con muy graves peligros en la travesía, en épocas de lluvias. Don Pancho lo cambió al sitio donde últimamente se encontraba, en tierra firme, resolviéndoles, al mismo tiempo, con esa determinación, el problema que conformaban para la siembra de sus tierras.

En el párrafo anterior dije: “…el sitio donde últimamente se encontraba…”(San Francisco del Mar), en vista de que en los días que corren, concretamente el 31 de mayo de 1967, se decretó el traslado de este pueblo fundado por don Pancho León a un paraje denominado “La Candelaria”, muy cerca de Ixhuatán; este cambio se decretó por el peligro que corría de quedar sepultado por un médano gigante que se está formando sobre el poblado, y que ya había cubierto varias casas y solares de los habitantes.

Los mismos peligros y circunstancias desfavorables de San Francisco, por su situación isleña, confrontaba el pequeño poblado de San Dionisio del Marque ahora ostentaba el rango de cabecera de municipio, y por las mismas razones don Pancho lo sacó del lugar donde estaba para situarlo en el punto donde hasta la fecha se encuentra.

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En tiempos de don Pancho para llegar a Unión Hidalgo se tenía que atravesar el Estero “La Estacada” en canoas o balsas pequeñas que dificultaban enormemente el transporte de las mercaderías, pues el estero tenía siete metros de profundidad, y, además de ser peligroso, se perdía mucho tiempo en el paso. Para que las carretas sin vaciar sus cargas pudieran atravesar el Estero, don Pancho rellenó el lugar del paso con piedras, hasta alcanzar un nivel exento de todo peligro para todas las carretas. Se utilizaron balsas para arrojar las piedras al fondo del Estero. Este vado que resultó ser una verdadera obra maestra en su género, existe todavía y continúa prestando eminentes servicios. El pueblo que a todo le encuentra un nombre adecuado, olvido el nombre de “La Estacada” y lo bautizó con el nombre zapoteco de “Steru Guié” (Estero de Piedras). Así se le sigue conociendo hasta hoy.

Construyó un hermoso camino para carretas, amplio y recto para unir a Juchitán con Tehuantepec.

Desde San Jerónimo (Cd. Ixtepec) abrió otra carretera que atravesando las estribaciones de la Sierra Madre llegó hasta El Barrio de la Soledad (El Barrio), continuando hasta Santa María y Santo Domingo Petapa (estos dos últimos pueblos son Mixes dentro del Distrito de Juchitán), llegando dicho camino hasta San Juan Guichicovi (pueblo Mixe), de manera que las carretas que salían de Juchitán pudieran atravesar la serranía hasta llegar a estos pueblos tan lejanos.

De Unión Hidalgo abrió otro amplio y recto camino para carretas que enlazó a Unión Hidalgo con Niltepec y de aquí a San Miguel Chimalapa, camino, este último, todavía en servicio hasta nuestros días.

*Fragmento del libro “Textos Históricos” del autor Germán López Trujillo/Edición Conmemorativa. Pag.103.106/Compilación Germán y Gonzalo López San Martín.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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