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Cultura

El Presidente de la República Lázaro Cárdenas en Juchitán

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Era esperado el Presidente desde varios días antes de su arribo a la población, 4 de abril de 1940, a las tres de la tarde, a su vuelta de Tapachula, Chiapas. Todo el pueblo juchiteco salió a encontrarlo a la estación del ferrocarril al toque de alegres dianas, tronar de cohetes, repique de campanas y vivas entusiastas.

Se detuvo en palacio municipal media hora, para oír los discursos del profesor Luis Pineda, del general Heliodoro Charis y de un oaxaqueño que venía con él. Después se dirigió a la “Escuela Juchitán”, pasando bajo arcos de flores, en medio de infantiles colegialas. Conversó con el personal docente, después con el alumnado y le cantaron el Himno Nacional en el lugar en que el pabellón tricolor estaba izado. Por la noche, el pueblo festejó con un baile regional. A la mañana siguiente presenció algunos cuadros calisténicos ejecutados por los alumnos en el patio de la escuela.

Recomendó que se hiciera un parque en el mismo lugar que ocupa el jardín Carlos Pacheco, frente a la escuela. No sólo hizo la simple recomendación, sino que entusiasmó para ese mejoramiento contribuyendo de su particular peculio con algunas toneladas de cemento. Hoy se contempla en ese lugar un primoroso parquecito, moderno y pintoresco, que lleva el nombre de “Revolución”.CardenasJuchitan2

La presencia de Cárdenas despertó en los católicos juchitecos gran vigor y confianza, lo que les hizo aprovecharse de la ocasión para restablecer el culto en el templo de San Vicente Ferrer que estaba clausurado desde hacía cuatro años. Mientras el Presidente visitaba la escuela, numerosos feligreses, por su propia acción, se dirigieron a la puerta del templo, que como por un milagro de San Vicente, se abrieron casi por sí solas, con un ligero impulso de los creyentes. ¡Cuánta alegría produjo este hecho! Invadieron al interior y, respetuosos ante el Patrón, se persignaron de rodillas elevando sus oraciones de gratitud a Dios. En las primeras horas del día siguiente le fueron a dar las alegres mañanitas al Santo, entre acordes musicales, y le llevaron coronas de flores, porque era el 5 de abril, su día de onomástico. Todos creyeron firmemente que por ese acontecimiento se había realizado el milagro de la víspera.

Tan luego como se abrió la iglesia y pasada la primera impresión, una comisión formada por respetuosas damas juchitecas para que se presenten ante el Presidente, llevando sus escusas y solicitando la licencia de rigor con el fin de que el templo siguiera definitivamente como antes. El grande y buen demócrata, pensando debidamente la situación, se manifestó indulgente y generoso ante la respetuosa súplica y prometió a la comisión que influiría ante la Secretaria de Gobernación para que pronto se corrieran las órdenes correspondientes. En prueba de ello, se dirigió inmediatamente por telégrafo a esa dependencia oficial.CardenasJuchitan3

Al día siguiente recibió la respuesta respectiva en sentido favorable, lo que comunicó a la comisión y al pueblo conglomerado, quienes quedaron satisfechos y contentos. De esa manera el Presidente Cárdenas dejó en la familia zapoteca un recuerdo imborrable.

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Los intransigentes no deben ignorar que la clausura de los templos, con la tendencia de hacer desaparecer toda huella de la religión católica, con la finalidad de acabar con esta religión, es el medio inadecuado, porque atenta contra los pueblos y sólo enardece sus ánimos.

Según ciertos historiadores, San Vicente Ferrer nació el 22 de enero de 1350, en Valencia (España) y sus padres fueron Guillermo Ferrer y Constanza Miguel. Murió en la ciudad de Vannes, el miércoles de Pascua (5 de abril de 1419) momentos después de escuchar la Pasión del Señor, tal como se relata en los Cuatro Evangelios. Dicen que falleció rodeado de los religiosos de su orden, de varios obispos y duques y de numerosos devotos. También dicen que, a poco de este suceso, el cielo manifestó con un prodigio su dichoso tránsito a la gloria: de repente, por sí misma, se abrió la ventana de la celda en que lo tendieron y por ella entraron cándidas palomas, con cánticos y despidiendo delicados aromas, lo que hizo juzgar a los que se hallaban en el aposento, que eran espíritus angélicos que festejaban la entrada de San Vicente a las mansiones celestiales. Este Santo fue canonizado en 1455.

*Tomado del libro “Tradiciones y Leyendas del Istmo de Tehuantepec/Autor: Gilberto Orozco/Revista Musical Mexicana 1946.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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