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Cultura

Nuestros trajes regionales y las velas

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A propósito de la proximidad de nuestras fiestas titulares (escribo) las siguientes líneas (esperando) que los lectores de Juventud y el pueblo de Juchitán las analicen con la misma seriedad con que han sido escritas, con toda la buena fe que encierran. Esta crítica es de tipo constructivo; muy lejos de mi ánimo ha estado el deseo de molestar o de zaherir oficiosamente.

Entre la maravillosa colección de actos que constituyen nuestras tradicionales costumbres, destacan prominentemente las “velas”; quizá ellas, desde algunos años a la fecha, sean los actos que más atraigan a turistas regionales, nacionales y extranjeros; ellas han inspirado los más encendidos elogios de muchos visitantes con ojos educados para poder admirar lo regional, lo auténticamente folclórico, separándolo con la paciencia exquisita del artista de todos aquellos rasgos modernos que lo afean, que lo destruyen y le quitan el sabor autóctono que es, precisamente su sello distintivo.

Los rasgos europeos a que me refiero son, en primer término, a los trajes europeos que usan los hombres en las velas y, en segundo lugar, los vestidos también a la europea (de calle o largos) que muchas damitas llevan a dichas fiestas. Sinceramente, en una fiesta donde el visitante busca la belleza costumbrista de una raza, o de un pueblo, como el nuestro, resulta ridículo o risible soportar el hecho de ver a una dama luciendo el traje típico regional bailar con un caballero, algunas veces vestido de smoking. Es el mismo ridículo que veríamos en París, si a una fiesta llegaran un charro mexicano, con su traje típico, su sombrero ancho galoneado, pistola y espuelas y se pusieran a bailar con una dama vestida de rigurosa etiqueta.

Ha tomado tanto arraigo en los últimos años esta estructuración de las velas, que los propios mayordomos, o fraternidades que las organizan hacen al pie de sus invitaciones la siguiente o parecida recomendación; se suplica a las damas portar el traje típico regional. A los caballeros presentarse correctamente vestidos.
TrajesRegionales Velas2

Los hombres a ojos cerrados, entienden esto último, es decir correctamente vestidos, por llevar, además de las otras prendas indispensables, saco y corbata. ¿No es esto un contra sentido? Si lo es, y además entraña una imperdonable discriminación del traje típico regional masculino, porque por un lado se pide, casis se exige a las damas usar el vestido regional y por otro lado, en la misma forma, se prohíbe a los caballeros usare el traje regional que les corresponde.

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Lo que positivamente conviene en estos casos es hacer al pie de las invitaciones la anotación: no se permitirá la participación de personas de ambos sexos que no luzcan el traje típico regional. Creemos que así se haría una fiesta absolutamente juchiteca, netamente regional, es decir muy nuestra, puesto que el clímax de lo ridículo lo notamos cuando se toca La Sandunga, o alguno de nuestros sones y vemos los movimientos grotescos del “Catrín”, del Dandy postizo frente a una inconfundible y autentica juchiteca.

Perdón por las expresiones, pero una vela nuestra, dentro de esa confusión, dentro de esa mezcolanza, pierde su genuina belleza, para tomar las características de una verdadera mascarada ¿Por qué?…porque las mujeres van a lo natural, a tono con el ambiente en que viven, a la usanza regional, mientras los hombres van disfrazados de europeos o norteamericanos.

Conste que no me opongo, en forma alguna, a los avances culturales de nuestro pueblo; lo que acabo de anotar, solamente se relaciona con la realización de nuestras velas.

Nota: Es de notarse que, a partir de esta reflexión, las invitaciones a las velas rezan de la siguiente forma: <>.

*Tomado del libro “Biniguenda” Pensador zapoteca/Autor German López Trujillo/Compilación y selección de Textos Germán López San Martín-Gonzalo López San Martín/Editado por el Fondo Editorial Identidades de la Unidad de Proyectos Estratégicos del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca/año 2009.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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