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Cultura

Las lenguas indígenas y la cuarta transformación

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La ONU proclamó oportunamente el año 2019 como año internacional de las lenguas indígenas, con el fin de llamar la atención ante la grave situación de los idiomas y la necesidad de que los Estados adopten medidas urgentes para proteger los derechos de los pueblos indígenas.

En México, el senado de la república aprobó por unanimidad, el 18 de diciembre de 2018, declarar el 2019 como “Año de las Lenguas Indígenas”, por lo que decretó que toda la correspondencia oficial del Estado deberá contener, al rubro o al calce, dicha leyenda.

El decreto es trascendental porque visibiliza la situación de las 68 lenguas indígenas del país y sus pueblos, y compromete a las autoridades gubernamentales a adoptar medidas urgentes para su atención.

La pobreza y marginación campean en los pueblos indígenas por el desprecio y abandono gubernamental hacia su existencia, y según el INALI, 31 de las 68 lenguas indígenas mexicanas actuales se encuentran en riesgo de desaparecer.

Por esta situación es fundamental la campanada de la ONU sobre las lenguas indígenas, y se espera que el nuevo gobierno, y la Cuarta transformación que pregona, cumpla su compromiso democrático e impulse urgentemente acciones para respetar los derechos humanos de los pueblos indígenas, habilitar la justicia, la reconciliación y el desarrollo armónico de México.

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Las evidencias más visibles del debilitamiento y deterioro de una lengua es el descenso del número de hablantes, el limitado número de personas que leen y escriben en su lengua, y el desplazamiento del vocabulario indígena por el español. ¿Cómo revertir esta situación y empoderar las lenguas y culturas ancestrales? Considero que es urgente, además de mejorar las condiciones de vida de estos pueblos, iniciar una campaña intensa de alfabetización -aprender a leer y a escribir- en lenguas indígenas en las escuelas oficiales del nivel básico y en los pueblos y comunidades indígenas (fomentar y desarrollar una política lingüística nacional), también, que el gobierno de la Cuarta transformación decrete la obligatoriedad de la enseñanza de las lenguas indígenas como materia obligatoria en los planes y programas educativos nacionales (fomentar y desarrollar una política educativa pluricultural y multilingüe), así mismo, fomentar el cultivo de las lenguas indígenas a través de academias, centros de traducciones, de publicaciones de periódicos, revistas y libros, de la producción de programas de radio y televisión.

Necesitamos también como gobierno apoyar el trabajo de los escritores indígenas, que desempeñan un papel vital en los pueblos, puesto que dan vida a su lengua y cultura a través de la recreación artística: la literatura indígena es un instrumento poderoso de fortificación y renovación de las lenguas y culturas mexicanas.

Urge disponer de una profunda reforma que establezca nuevas relaciones entre el Estado y los pueblos mexicanos, aplicar la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, y, retomar y hacer realidad los acuerdos de San Andrés Larráinzar.

México está cansado de la simulación, de la demagogia, que la Cuarta transformación no resulte un discurso doloso, característico de los políticos de oficio que desacertadamente vuelven a ocupar varios de los espacios institucionales con la complacencia del presidente de la república.

Octavio Paz decía que “la lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana. El lenguaje nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad, estamos unidos por la lengua a una tierra y a un tiempo, somos una historia.”, por eso el Dr. Miguel León-Portilla puntualiza: “Cuando desaparece una lengua, muere una parte de lo más íntimo y valioso de la humanidad”, por todo esto exalto la exigencia de José Saramago que reclama: «Y que el respeto y el trabajo y la entrega y la dedicación que la lengua española merece como lengua de comunicación nacional tiene que compaginarse con el respeto que merecen otros idiomas de comunidades que vienen del principio de los tiempos, comunidades que ya estaban aquí antes de que llegara la lengua castellana a América».

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Guidxi Guie’quichi’, Lulá’,
beeu biropa, iza 2019.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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