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Cultura

Toledo y la lengua de los abuelos

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• Casi 50 años trabajando a favor de la revitalización del zapoteco

Ique Diidxa/ Introducción

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Llega puntual a la cita. Francisco Toledo se mueve rápido, dando la sensación de llevar prisa. Se acomoda el cabello cano alborotado mientras saluda. Avanza al interior del taller de cerámica “Canela” en San Agustín Etla. No tiene que dar instrucciones al dueño del lugar para que le muestre sus piezas, algunas relacionadas con el caso Ayotzinapa.
Las observa minuciosamente y con leves gestos faciales muestra insatisfacción con los resultados de las obras. “Aún soy novato en esto”, afirma encogiendo los hombros. No discute con nadie, sólo se aleja. Un poco apurado ayuda a colocar en el patio del taller varias sillas y una larga mesa blanca de plástico.
Toma asiento, pide platos y tazas. Desamarra una bolsa negra, saca de ella varios tamales de mole negro que le prepararon con maíz nativo, semilla que promueve en el proyecto contra el maíz transgénico.
Invita a todos los trabajadores a desayunar. La confianza de estar entre conocidos le permite platicar sin tapujos. Desenreda su memoria. Emocionado habla del Juchitán de sus tías Laureana y Mema (Guillermina), de su abuela Antonina Orozco y de aquella novia, Graciela, que estuvo a nada de casarse con él.
La memoria toma prisa como él, no para de sonreír como un niño travieso que recuerda alguna travesura lejana. La seriedad regresa cuando del padre se trata, la nostalgia es más notoria, esa melancolía que lo obligó a realizar el retorno que su progenitor nunca hizo a la tierra de los suyos, Juchitán.
Francisco Benjamín López Toledo platica lo mismo del maestro de primaria en Minatitlán, Veracruz, que lo llamaba “binigulaza”, del compañero de infancia que él apodaba “Lu Dama’ /Cara de lechuza” por los ojos saltones, que del activismo social en los últimos años y de los hijos desaparecidos del México moderno.
En todos los recuerdos, la lengua de sus abuelos está presente, el diidxazá (zapoteco), aunque no lo habla en un cien por ciento, lo entiende, cuyo rescate y preservación ha promovido por casi 50 años, impulsando y apoyando proyectos de revitalización a través de libros, exposiciones, revistas, discos, talleres y concursos.
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De París a Juchitán
El migrante

Roselia Chaca-¿Cuándo comenzó la preocupación por la lengua zapoteca?

Francisco Toledo- Mi familia es migrantes de la zona zapoteca del istmo. Mis padres migraron primero a Chiapas, después al sur de Veracruz y por allá se quedaron. Los abuelos, los cuatro , casi no hablaban español. En casa empezamos a oír la lengua de los abuelos. Esto es un antecedente muy importante en mi preocupación por el zapoteco, allí comenzó todo, en mi niñez.
En Minatitlán, por ejemplo, estando en sexto año, tenía un profesor, Pablo Hernández, que era de la Sierra de Oaxaca, director de la escuela José María Morelos y Pavón, fue también maestro de mi papá en Ixtepec .
Cuando él planteaba problemas, decía “A ver, que pasen Los Chocos, que eran los nativos de Minatitlán”, y si no podían, decía, “A hora que pasen los Binnigulaza”, entonces pasábamos nosotros los istmeños. Me llamaba la atención esta distinción, sentirme de otro lado.
Terminé la primeria en Minatitlán, me vine a Oaxaca a estudiar, mi padre quería que fuera abogado, que estudiara donde estudió Benito Juárez, donde estudió Porfirio Díaz, Che Gómez, Rosendo Pineda, donde estudiaron puras lumbreras, porque pensaba que iba a ser una lumbrera más, pero pues yo no pude con la escuela.

RC- ¿Sabe hablar Toledo el zapoteco?

FT- Aprendí algo. Entiendo todo. No me suelto, tal vez cuando estoy borracho. Cuando iba a Juchitán y hablaba se burlaban de mí, también eso me inhibió mucho, pero con la gente que no se burlaba si podía hablar. Crecí entre dos variantes del zapoteco; la de Ixtaltepec , que era la de mi madre y la de Juchitán, de mi padre.

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RC- ¿Y Juchitán?

FT- Tenía tías comerciantes que vivían en Ixtepec y de niño me llevaban a Juchitán de compras, sobre todo a Cheguigo, se surtían de sombreros, sopladores, huaraches y cinturones. No viví en Juchitán en la niñez, pero lo visitaba.
Cuando invité a mi padre a pasar dos meses conmigo en Paris, conocí muchas cosas de la infancia de él en Juchitán, de la abuela Antonina Orozco y la estrecha relación familiar con el revolucionario Che Gómez. Allí me agarró la nostalgia, recordé ese Juchitán de mi niñez. Entonces me pregunté “Qué hago aquí”. Quería regresar a un lugar que realmente no viví, pero había una nostalgia dentro de mí que no era justificada y tenía que regresar.
Dije “Me tengo que casar por allá. Tengo que tener familia”. Tenía que hacer el regreso que mi padre ya no hizo al salir. Entonces dejé París y me fui a vivir a Juchitán. Intenté casarme por acá, por allá y no tuve suerte. Luego conocí a Olga de Paz y con ella tuvimos a Natalia, entonces, lo que había soñado; tener una familia zapoteca, se cumplió con Natalia.

De Juchitán a Esopo
El enamorado

Cuando llegó a la edad de sentar cabeza y hacer familia, su padre, un comerciante también llamado Francisco, le buscaba mujer de buena posición económica, a veces le sugería esposa.
Un buen día le preguntó “Ya viste la hija de Na Castula?” (Na Castula era una comerciante en auge de Juchitán) sugiriéndole un prospecto de novia, él sólo se rió de la propuesta y de su posición de joven casadero.
La insistencia del padre cesó, por un tiempo, cuando conoció a Graciela, una joven zapoteca que vivía casi en las afueras de la ciudad de Juchitán. Toledo asegura que siempre se comportó como un novio enamorado y caballeroso.
No podía tocarle ni la mano. Se sentaban a platicar horas en el corredor de la casa de Griselda bajo la mirada celosa de la hermana menor. Aún con las restricciones, Toledo, decidió casarme con ella. Su padre, un poco incrédulo, prometió cumplir con el ritual de pedimento, pero bajo la advertencia de que no podía arrepentirse después. El joven enamorado se mantuvo en lo dicho, quería casamiento.
Se hizo lo propio y la madre aceptó, menos el papá, que no era de Juchitán, el argumento fue que los novios no se conocían.
“Por el papá de ella no me casé, pero que bueno, si no no conozco a la mamá de Lakra ( Su tercer hijo)” , ríe mientras sorbe el café.
Toledo con el tiempo perdió la cuenta de las novias que tuvo durante su estancia en el istmo, aunque las anécdotas de mujeres que aseguran haber merecido el amor del artista le saltan de repente.
En una ocasión se topó por las calles de Oaxaca con una señora de Tehuantepec que venía acompañada de su hijo pequeño, la reacción de la mujer fue de enseñarle al niño y decirle “A poco no se parece a ti”, la respuesta del pintor fue de un rotundo “no” y un “nada que ver”, Francisco Toledo, recuerda, ríe y suelta “Así son esas cosas, que se le va hacer”.
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RC- ¿Qué detonó el trabajo de rescate?

FT-De niño, con la tía Laureana, prima de Che Gómez, el revolucionario, escuché anécdotas del levantamiento armado. Cuando estaba en la creación de la Casa de la Cultura de Juchitán decidimos hacer un homenaje al personaje, entonces buscamos gente que diera testimonio, por suerte aún vivía una hija de Che Gómez, la tía Mema, Guillermina, quien tenía un archivo de cartas y fotografías, todo esto se publicó y se hizo una exposición que tuvo un éxito increíble.
Cuando salí de Juchitán y regresé a Oaxaca, cargaba el archivo y no sabía qué hacer, entonces lo regalé al fondo de la Biblioteca Burgoa, porque en esa biblioteca está el archivo de Benito Juárez Maza y que mejor que tener a dos enemigos juntos.

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RC-El trabajo no terminó en Juchitán …

FT- Repetí la misma experiencia que comencé en Juchitán en la ciudad de Oaxaca, aquí duró más con el Instituto de Artes Graficas de Oaxaca (IAGO). Con el tiempo se creó el Premio de poesía en zapoteco, es el tercer año, en donde participan zapotecos del Valle, el Istmo y la Sierra.
Desde el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) tenemos Los caminos de la Iguana, talleres de literatura y lectoescritura para niños hablantes. Ha sido un éxito y ahora ya se implementa en otras variantes. También tenemos ya listo la anatomía del cuerpo humano en zapoteco. Allí vamos caminando, a contracorriente pero lo hacemos.
Cuando Natalia empezó a escribir en zapoteco nos aliamos para unos proyectos editoriales; “Conejo y Coyote” “La muerte pies ligeros” “El niño que no tuvo cama”. Logramos una buena alianza. Ella es talentosa, muy entusiasta y me contagia. Todo el trabajo se hace desde fuera la comunidad, pero la finalidad es que se distribuya en las comunidades del istmo.

RC- ¿Toledo se siente satisfecho con casi 50 años de apoyar la lengua y cultura zapoteca?

FT- Lo he hecho sin intensión de nada, todos los proyectos salieron espontáneamente. Después de que ya no exista quién sabe que va pasar… sí, creo que he contribuido en algo… Además, el Estado ha sido muy mal difusor de cultura … Entonces yo no puedo hablar bien de mí… Pero cuando veo que la gente lee un libro en la biblioteca que fundé, me da gusto, para eso se creó para que la gente tenga acceso a lo que no puede tener, porque el libro es caro, porque las bibliotecas son muy pobres en toda la República, no sólo en Oaxaca… Sí , creo que hay cierta satisfacción.

RC- ¿ El Estado ha hecho lo suficiente por las lenguas indígenas?

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FT-El estado no le ha interesado mucho, yo creo que desde la época de mis padres. Ellos tenían prohibido hablar el zapoteco en el salón, en el recreo sí. Las cosas se hicieron mal desde la SEP. Se hizo hostil al hablante.
Mis papás eran muy coherentes. Mi mamá entraba al mercado de Minatitlán y habla en zapoteco lo mismo que con el carnicero que con la panadera. Nunca se escondieron para hablar en zapoteco.
¿Es necesario revitalizar la lengua?… Mmm, hay que intentarlo, es toda una labor. En otros lugares como Hawái se recuperó la lengua madre, eso da esperanzas. Creo que aquí, tienen que estar los maestros involucrados, desde la primaria. Tenemos una escuela normal bilingüe, pero no funciona como debería, allí deberían estar formándose los promotores, los maestros de la lengua. Haciendo grabaciones y recuperando tradiciones.

RC- ¿Usted sigue haciendo su parte, Esopo, por ejemplo. Porqué no un clásico mexicano traducir al zapoteco?

FT- Por una razón. Un amigo se encontró en los libros de viejo un ejemplar de Esopo en latín y para celebrar el hallazgo de que una imprenta oaxaqueña lo hubiera impreso se hizo un facsímil, pero entonces dijimos ¿Porqué no hacer la versión en zapoteco? . Natalia y Víctor Cata hicieron la traducción, también la grabación en las cuatro variantes.
Es un instrumento que va a servir como un libro de texto para enseñar. Creo que lo mismo es traducir al Hombre Araña que a Esopo, el chiste es que haya maestros que motiven a los niños a leer en zapoteco.

RC- ¿Continuará Toledo con el trabajo a favor del zapoteco?

FT-Ya empezamos, tenemos que seguir. Los libros “Muerte pies ligeros” , “El niño que no tuvo cama” y anatomía del cuerpo humano se traducirán a las otras variantes del zapoteco . Los trabajos ganadores del Premio CaSa también ya se podrán publicar. Seguiremos trabajando a favor del zapoteco.

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RC- ¿A estas alturas Toledo está satisfecho con la vida que ha tenido?

FT-No sé si son alturas o son bajuras, porque vamos para bajo… No lo sé. Es una edad un poco crítica. Se piensa mucho de que se acabo todo, que no hay más que hacer, que pronto vendrá la que nos da de coscorrones, que ya nos va llevar. Tengo inquietudes de este tipo, no todo los días, pero los tengo.
Cuando me despierto y digo ¿Todavía estoy aquí?, pero seguimos. Ya no podemos comer mucha grasa, ni tomar muchas cervezas, ni dar largas caminatas. Aunque me hubiera gustado ser antropólogo o lingüista.

RC-¿ Ahora Toledo es más activista que pintor?
El también Nobel Alternativo 2005 ríe ante la pregunta.
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FT-De joven era miedoso, pero siempre mostré coraje por la gente que el gobierno sacrificaba. Con la edad me da menos miedo , quizás por eso ahora me meto o porque las circunstancias del país son tales que si no participamos este país le va ir peor . Estamos en crisis.
RC- ¿ Cómo ve a México?

FT- México es un desmadre

Ta Min, como cariñosamente lo llama su hija Natalia, se levanta de golpe al final de la entrevista, cansado de tantas preguntas. Se despide de todos en el taller, da instrucciones al ceramista sobre sus piezas y se retira como llegó, de prisa, casi corriendo.

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Xha’na diidxa/ Epilogo
Francisco Toledo fundó la Casa de la cultura de Juchitán, espacio que formó a muchos artistas zapotecos. Apoyó a la edición de revistas, libros y discos en zapoteco. También reimprimió el Arte del idioma zapoteco de 1886, el Vocabulario en lengua zapoteca de Fray Juan de Cordova de 1578. Ha editado varios libros bilingües para niños; El niño que no tuvo cama, Conejo y Coyote, Pinocho, Muerte pies ligeros. Creó el Premio de Creación Literaria en Lengua Zapoteca, editó las partes del cuerpo humano en zapoteco, apoya los talleres literarios en zapoteco “El camino de la iguana” e ilustró el libro de Esopo al zapoteco.
*Texto publicado en el 2015

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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