Conecta con nosotros

Cultura

La Mujer de Luto

Publicado hace

el


Se le veía melancólica por las calles de Chihuitán. Reflejaba una gran pena que seguramente le llegaba hasta el alma. Era yo un niño y mi curiosidad me llevó a preguntar “¿por qué esta señora siempre viste de negro?” Una persona mayor de edad me respondió:

-Parece que se le murió su hijo único.

Dada la seca respuesta, ya no interrogué más. Me fui a otros, lugares a continuar mis estudios y con el tiempo me olvidé del asunto.

Al hacerme el propósito de narrar algunas anécdotas, se me vino a la memoria aquella mujer de mirada triste.

Por su puesto, para aclarar mi inquietud, investigue con gentes que sabían más al respecto. Por fortuna, hubo una que, incluso, había vivido con ella. Me refiero a Emma Sandoval Aquino. Enriquecí la información con Emilia Morales Díaz, señora de 98 años, pero muy lúcida en sus comentarios y conocedora de la historia.

Anuncio

Con base en lo que me platicaron, con el mayor de mis respetos, hago el siguiente relato.

Severa López Rueda era el nombre de este personaje. Triste tal vez por lo que había sucedido, pero noble y generosa con los que vivieron y la conocieron de cerca.

“Tía Cheve”, como era conocida en nuestro pueblo, tuvo un hijo de cualidades extraordinarias para el ballet clásico. A la edad de 14 años, emigró de Chihuitán a la ciudad de Oaxaca con el apoyo de su tío Cenobio. En aquel momento era gobernador del estado Anastasio García Toledo, con quien, se dice, tenían parentesco. Posteriormente, por su propia iniciativa, Nivardo se fue a la capital del país. es entonces cuando ella le sigue los pasos para vivir juntos.

Severa tuvo siete hermanos: Carlos, Gustavo, Rómulo, Eduardo, Gonzalo, Cenobio y Consuelo. Uno de ellos, quien estaba mejor económicamente, ayudo a ella y a su hijo. Vivieron en una de las colonias más populares dl Distrito Federal, la “Guerrero”, precisamente en la calle Galeana, a poca distancia del Paseo de la Reforma.

Nivardo Betanzos López era un joven muy apuesto: alto, delgado y de buen porte. De niño, ya mostraba inquietudes por la danza. Estudio en el Instituto Nacional de Bellas artes (INBA), donde también perfeccionó el estilo clásico de ese baile.

Anuncio

Nivardo retornó a Chihuitán sólo en una ocasión. Así reafirma su amistad con Ángel Aquino, quien lo acompañó a recorrer y recordar los lugares donde había vivido con su familia. Regresó a la ciudad de México, fascinado.

Por razones de su profesión era difícil hacerlo con más frecuencia. Siempre tuvo un gran concepto y amor hacia la tierra que lo vio nacer.

Decía que cuando se casara, él y su esposa, pasarían su luna d miel en ese lugar que tanto añoraba. Pero, el destino le tenía reservado otra suerte.

La compañía de ballet en la que él trabajaba, siempre hacía presentaciones en el interior del país y en el extranjero.

El día de la catástrofe aérea, en 1947, el grupo realizaba una gira internacional, cuando en un vuelo entre Nueva York y Brasil, ocurre el inevitable accidente.

Anuncio

Por esas cosas que se dan en la vida, “Tía Cheve” no pudo conciliar el sueño por la noche. Al día siguiente, le informaron la fatal noticia: todo el grupo de ballet y los otros pasajeros del vuelo había fallecido. El desenlace funesto enlutó al medio artístico y al país entero.

Por el estado en que se encontraron los cadáveres, a Nivardo sólo lo pudo identificar su madre: por una muela de platino que meses antes le había implantado.

Su novia también era integrante del “Ballet de la Ciudad de México A. C.”, pero en esa ocasión no viajó porque estaba actuando en otra obra, junto con Blanca Estela Pavón. (Ésta última, minatitleca, también compañera de Nivardo, fallece en otro accidente aéreo dos años después, en 1949, en un vuelo nacional).

Por el suceso fatal y por la pérdida irreparable de quien fuera su único hijo, a partir de ese día, “Tía Cheve” siempre conservó el luto en el alma y en su vestimenta. Nunca más volvió a vestir de otro color. Más de la mitad de su vida se vistió así. Decía que era la única forma de consolarse de su terrible tragedia.

Las cenizas de su hijo, fueron depositadas en el Panteón Francés. Un amigo de Nivardo pagó la perpetuidad. Por cierto, su cripta se ubicaba a un lado de quien fuera una de las mejores actrices del cine nacional y que por decepción amorosa se había suicidado: Miroslava.

Anuncio

A “Tía Cheve”, el gobierno federal, a través del INBA, le otorgó una indemnización económica. Con ella pudo subsistir, aunque en realidad, el dinero era poco o nada, en comparación con su gran sufrimiento.

De ahí en adelante, su vida la consagró al recuerdo de Nivardo. Desde antes del fatal accidente, ella siempre fue una mujer bondadosa, sobre todo, con su familia más cercana.

Se dedicó a apoyar a jóvenes chihuitecos y laollagueños que, por diversas razones, llegaban al Distrito Federal en busca de trabajo por continuar sus estudios. Ella los impulsaba, diciéndoles:

– Estudien muchachos, quiero que sean gente de bien ¡sean alguien en la vida!
– Talvez su infortunio fue la razón por la que cobijo, con tanto amor a quienes vivieron con ella.

– En total fuimos como dieciséis paisanos los que habitamos al mismo tiempo en aquel humilde departamento, dice Emma. Nos quiso como si fuéramos sus propios hijos. En aquel entonces –continuó explicando- yo sólo tenia diez años de edad.

Anuncio

Algunos de ellos fueron Felipe, Carlos, Gilberto, Rosario y Leonel, hijos de Gonzalo y Rómulo. Con ella también vivieron hijos de Carlos López Rueda y Emilia Morales Díaz: Victoria, Vicente, Cleotilde y Federico. Otros, a quienes apoyó de la misma forma, fueron Amparo Matus Gutiérrez y Óscar Betanzos Piñón, éste último, gran economista con grado de doctorado, quien fallece en un accidente carretero años más tarde. Y por supuesto, también vivieron con ella, por los mismos años, Olga Jaime y Emma Sandoval Aquino, hijos de su comadre Severa Aquino. Pero También Alicia, hija de Porfirio Valle y Eva Betanzos; Elsa y Antonio López Rodríguez, hijos de sus hermano Eduardo; Manuel Guzmán, hijo de Conrada Cabrera Díaz e Ignacio Guzmán. Además, Óscar Zurroza Ceballos, Otilia y Laurentina Guzmán Rueda, Marino Ordaz (ixtepecano) y Leoba Villalobos Cruz.

Al tomar cada quien su propio camino, tal vez sintiéndose sola, decide regresarse a Chihuitán, pero continúa portando vestidos de color negro. Trae consigo las cenizas de su hijo, su máxima y fulgurante estrella.

A su muerte, el 6 de enero de 1992, a la edad de 96 años, es sepultada junto con las cenizas de sus amado hijo, quien, seguramente, ahora velara el eterno sueño de su ejemplar madre.
Dios los conserve en la gloria.
“El socorro en la necesidad aunque sea poco, ayuda mucho”- Mateo Alemán

*Tomado del libro: Relatos y Retratos
Autor: René Rueda Ruiz

Anuncio
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia