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LA SUERTE DEL DIIDXAZÁ: fragmento.

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Los binnigula’sa’, nuestros ancestros, nuestros parientes lejanos: los que tuvieron carne y sangre una vez (no las figurillas de piedra y barro), nombraron al idioma materno como diidxa’, ruaa huala’dxi’ o guenda huala’dxi’, términos que significan: “idioma o palabra”, “la boca de los primeros habitantes”, “el alma del indígena” (Véase Juan de Córdova). Los zapotecos tuvieron diversas maneras metafóricas para llamar al idioma: bi, xhie’ “aire y aliento”. Para ellos, el idioma, además de ser historia y verdad, era una “sabiduría grande de todas las cosas”, por eso al sabio, “el que sabe muchas cosas, ciencias o artes” lo llamaron entre otros términos gubeedxe’ actualmente decimos beedxe’ ‘jaguar’. Los zapotecos pensaban que el conocimiento estaba muy vinculado con la posesión total y completa del lenguaje, pues era la senda que conducía a la sabiduría, el receptáculo de los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo y transmitidos de boca en boca y de oreja a oreja.

La lengua en nuestra cultura za se siente como un baluarte de identidad, como un bastión de resistencia, como un camino por el que transita toda nuestra experiencia política y cultural, social y religiosa, camino por el que anda sus pasos todo nuestro devenir histórico. La lengua contiene la taxonomía de la naturaleza que elaboraron nuestros abuelos en tiempos pretéritos, ella guarda una rica información acerca del mundo, de las plantas, de los animales. A través del idioma miramos el firmamento y nombramos de otra manera el cielo, las estrellas, la luna y toda la constelación celestial y divina; no es lo mismo nombrar maravillas tan arcanas en una lengua peregrina. Los relatos, los discursos, los cuentos, los chistes, las declaraciones de amor, las de odio, las maldiciones, las enfermedades, los remedios, los sollozos, los lamentos, las plegarias, las jaculatorias no son lo mismo si no se pronuncian en la lengua originaria, en la primera lengua. El idioma es pues, como lo señaló acertadamente el Director General de la UNESCO Koichiro Matsuura: “[…] un universo conceptual, un complejo y fascinante ensamblaje de sonidos y emociones, de asociaciones y símbolos, de representaciones del movimiento y del tiempo”Diidxazá Fragmento2

Nosotros, los zapotecos modernos, los de hoy, quienes vivimos dentro de este mundo que han globalizado muchos gobernantes al apostar a la uniformidad, a la homogeneidad, conservamos aún algunos pensamientos heredados con respecto al idioma; uno de ellos es este: nacasinu diidxa’ -solamente somos palabra-, nuestra vida se reduce a una alusión, a una mención hecha sobre nuestra persona en una plática, eso es lo que nuestros ancestros pensaban que éramos al final de cuentas. Otro pensamiento es: Diidxa’ canayubi diidxa’ “la palabra anda en pos de la palabra”. Esta expresión se aplica cuando alguien quiere discutir, quiere debatir algo, una cuestión, un tema. Precisamente por ello cuestionaremos otra sentencia que dejaron dichos los ancianos en torno al idioma: Diidxa’ que rirá -la lengua no se acaba-, porque creían que la palabra, que es lo mismo que conversación y diálogo, no se agota, no tiene fin, pues es infinita y eterna; surge entonces la pregunta: ¿en realidad el diidxazá no perecerá? ¿en verdad morirá junto con el sol?

 LA LENGUA ZAPOTECA A TRAVÉS DEL TIEMPO 

Dicen los lingüistas que el diidxazá hablado en el Istmo de Tehuantepec pertenece a la familia zapotecana, la que a su vez cae dentro del grupo de las lenguas otomangues; sobre su origen en la región Víctor de la Cruz plantea que data desde el Clásico Tardío y que era entendible con el zapoteco que se hablaba en el Valle de Oaxaca, al menos el de Mitla y Zaachila.
La obra titulada “Relaciones Geográficas” (siglo XVI) nos reporta que el zapoteco se hablaba en la provincia de Tehuantepec, integrada por la villa de Xalapa, Tequisistlán y la propia alcaldía de Tehuantepec con sus 31 pueblos sujetos. Estas poblaciones tributarias estaban integradas por pueblos de diversas hablas, entre las cuales se encontraban: zapotecos, huaves, mixes, chontales, zoques, mixtecos y nahuas; pese a esta diversidad idiomática, la fuente colonial en cuestión nos dice que en la región predominaba el diidxazá.Diidxazá Fragmento3

El diidxazá fue el idioma de mayor uso en estas tieras y se extendía desde San Pedro Huilotepec hasta Tonaltepec (seguramente Tonalá en el actual estado de Chiapas); y de Xalapa del Marqués hasta Coatzacoalcos , en el estado de Veracruz.
Han transcurrido más de 4 siglos y el panorama de la lengua zapoteca en los antiguos pueblos tributarios de Tehuantepec es diferente; en Huilotepec, Ixhuatán, Bixhahui, Ixtepec, Ixtaltepec, Juchitán, Comitancillo, Tlacotepec, el diidxazá está en riesgo, está siendo desplazado por el español. Hay comunidades que presentan un cuadro crítico, como en el caso de la ciudad de Tehuantepec, la otrora capital de los pueblos zapotecos en el Istmo, cuyo municipio según los censos reporta una población de 53 226 habitantes de los cuales sólo 4434 son hablantes de zapoteco. Si se mira a Tlacotepec encontramos que sólo 358 de los 1116 habitantes con que cuenta hablan zapoteco. Lo mismo sucede en Ixtepec pues con una población de 22 675 habitantes, registra sólo 5031 hablantes de la lengua… en Bixhahui o Chihuitán el zapoteco hace tiempo que murió.Diidxazá Fragmento4

El panorama es diferente en el municipio de Juchitán (censo del 2000) que cuenta con una población de 78 512 habitantes de los cuales 47 984 hablan diidxazá. Otras comunidades no aparecen en la lista de pueblos tributarios del siglo XVI, pero cuentan con una población muy alta de hablantes, tales como Xadani que tiene 5698 habitantes de los cuales 4725 hablan zapoteco o San Blas Atempa con una población de 15 886, de los cuales 12 642 hablan el idioma. Cabe aclarar que estos datos de población son municipales, es decir, incluyen a varias comunidades, por ejemplo, Juchitán incluye a Chicapa de Castro, La Venta, La Ventosa y La Colonia Álvaro Obregón.
Gabriel López Chiñas dijo en una estrofa de su famoso poema titulado Diidxazá -Zapoteco- lo siguiente:Diidxazá Fragmento5

Esta estrofa, me permite otra interpretación, si le cambio el tono a la palabra ziné “se la llevará”, por zine “se la llevó”, que viene a ser como un vaticinio si nosotros los zapotecos de hoy no trabajamos por fortalecer nuestra lengua materna:
“La lengua que hablaron los zapotecos
se la llevó el diablo
ahora la gente de razón
todos hablan el idioma de Castilla.”

La situación del zapoteco puede ser incierta si no se traza un objetivo, si no se vislumbra y contempla a la lengua en un futuro próximo, si no se hace un balance sobre su situación actual. La pérdida paulatina del idioma por parte de la población infantil y los caudales de préstamos innecesarios que se utilizan en una conversación son signos alarmantes. Tenemos ante nosotros una gran carga si queremos comprometernos con nuestra lengua materna.Diidxazá Fragmento6

Si queremos que el zapoteco perviva y se mantenga por mucho tiempo más debemos de apuntalarlo, para ello se tiene que conformar un equipo interdisciplinario, un grupo que incluya no solo a los letrados, sino también a la población en general, que participen las autoridades y la sociedad civil de manera activa, comprometida y sin más ánimo que el de mantener, difundir y vigorizar nuestra lengua indígena.

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Si queremos que el diidxazá se mantenga, tenemos que realizar una campaña masiva con él, que su presencia se adueñe de los espacios públicos: en los bancos, en las oficinas gubernamentales, en los registros públicos, en las instancias de procuración y administración de justicia, en los centros médicos, en las señalizaciones, en la nomenclatura de las calles, en las bardas, en las escuelas públicas y privadas, en la radio y la televisión, en los diarios locales y en las revistas, en los espacios familiares y comunitarios. Pero sobre todo hay que hablarles a nuestros hijos, a nuestras hijas en diidxazá. La mejor escuela para la enseñanza del zapoteco es nuestra casa.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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