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Cultura

Qué larga tienes la tripa

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Xi nga. Ti berendxinga
Xi runime. Ruundame ne ñeeme.
Nga ya’, xi nga. Xiringa’ xti’ ñoou’ Minga. Jaque ziuula’ doo xqui’lu’ nja.

¿Qué es eso? Es un grillo.
¿Qué hace? Canta con las patas.
¿Y Aquello qué es? Es la jeringa de tu tía Dominga. Qué tripa más larga tienes.

De los niños que no se cansan de preguntar, decimos que tienen la tripa larga. Tienen una curiosidad sin fin, interminable, como las palabras que se pueden crear en zapoteco con las tablillas de este juego didáctico, que hoy presentamos en este espacio, cuyo nombre gracioso es, tripa de palabras. Un juego que recoge el alfabeto popular de la lengua zapoteca del Istmo de Tehuantepec. El método más eficaz para la enseñanza de un idioma es a través de lo lúdico

El saco que contiene estas tablillas es un guardajoyas y tiene un sentido metafórico. En la época prehispánica, decir saco también era decir ocho mil, ti suti. En el saco guardaban ocho mil granos de cacao, toda una carga. El cacao era un bien valioso, era la moneda de uso. La gente de Juchitán, aún pronuncia una frase, una reminiscencia de aquellos días, cuando los árboles producían dinero: napa ti yaga bidxichi ‘tengo un árbol de riquezas’ y con ello se refieren a una hija o un hijo valioso, por trabajador.
El número ocho mil era el final de la cuenta zapoteca y el principio de la cuenta infinita y la representaban con un saco. Así, mientras en la época prehispánica, el saco guardaba ocho mil granos de cacao, este saco guarda 214 tablillas que provienen del alfabeto de la lengua zapoteca. Son 214 tablillas que nos permitirán generar una infinidad de palabras, todas las palabras que queramos de este idioma.
La escritura, sin demeritar para nada a la oralidad, es lo más valioso de toda civilización. El ser humano ante lo efímero de su vida, inventó la escritura para eternizarse. Mientras que los pueblos ágrafos, tomaron la memoria. Los ancianos zapotecos, ‘’leyeron lo que nunca se escribió’’, porque el primer libro de ellos fue el cielo; y sus primeras letras fueron las estrellas, la luna y el sol, por eso a los que estudiaban el firmamento les llamaron, beedxe’ rigubia’ guiba’: ‘jaguar que mide el cielo’.

Dice Derrida, que escribir es un modo de habitar. Para los zapotecos escribir es rucaa, ruzee, rudxiiba’ diidxa’ ‘esculpir, dibujar o sembrar palabras’. Se esculpía en las piedras, se dibujaba en las paredes de las tumbas y los templos; y se sembraba palabras sobre el papel. Actualmente decimos rucaa, para escribir; mientras que ruzee solamente alude a oficios, que preferentemente practican mujeres y muxes: ruzee es dibujar flores, hojas y pétalos sobre lienzos, que formaran huipiles y enaguas; también ruzee se dice cuando las panaderas dibujan figuras sobre un pan llamado marquesote. Ruzee, también es regar la milpa: el caminar del agua sobre la tierra dibuja figuras caprichosas. Y además significa firmar, dibujar un nombre con garabatos.
Cuando Natalia y yo comenzamos a trabajar en el proyecto llamado Camino de la iguana, lo hicimos con escasos materiales, muchos de ellos, los inventábamos sobre la marcha. Pero desde el 2012 hasta la fecha hemos visto con alegría la aparición de ingeniosos materiales que contribuyen a la enseñanza del zapoteco de una manera lúdica: las fábulas de Esopo, que han arrancado carcajadas cuando se leen en voz alta. El disco de colores que nos permite enseñar los matices que la gente nube conoce. El memorama y la lotería del cuerpo humano. Los nombres de los animales y los números. La libreta para iluminar hecho con el diseño de un huipil de Ixtaltepec, cargado de figuras geométricas tomadas de Miguel Covarrubia. Los cuadernos con imágenes de tortugas, iguanas y xoloscuintles, el bicu xolo de los zapotecos. Textos de lectura que próximamente aparecerán: el príncipe pavo, Luvina de Juan Rulfo y el relato de Tostoi: ‘cuánta tierra necesita un hombre’.
Escribir en lengua indígena, es un acto de resistencia ante el olvido, pero sobre todo, para nosotros es un deber, ante el constante desplazamiento del zapoteco, cada vez más son menos los niños que hablan este idioma. El panorama es aún más desolador en Tehuantepec e Ixtepec.
Son varios los factores que tienen que ver con el desplazamiento de las lenguas indígenas, como el económico, el educativo y el socio-cultural.
Detener el desplazamiento de los idiomas indígenas no sólo se logra con la buena voluntad, sino con labores como esta, la de generar materiales de enseñanza, que aparte de ser creativos, son lúdicos.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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