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Cultura

Capitán Felipe López Lena*

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1830-1882 (Héroe de la Batalla del 5 de Septiembre de Juchitán)

 

Nació en Juchitán por el año 1830, se distinguió por su valentía entre los guerrilleros del Distrito de Juchitán, fue partidario del Plan de Ayutla del general Juan N. Álvarez que derrumbó al gobierno de Antonio López de Santa Ana.

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En 1855 Felipe tuvo el privilegio de recibir en su casa de Juchitán al Lic. Don Benito Juárez, quien procedente del exilio de Estados Unidos de América y Cuba desembarcó en Coatzacoalcos y cruzó el Istmo.
Durante la estancia de Juárez en el lugar se enteró de la grave situación política y militar que imperaba en la región y después de un descanso salió hacia el embarcadero de La Ventosa, en el Golfo de Tehuantepec acompañado de Felipe y algunas personas de confianza que hicieron el desplazamiento a caballo.
Juárez se embarcó en La Ventosa y se hizo a la mar con destino al puerto de Acapulco donde se incorporó a las fuerzas liberales del general Álvarez.
Como principal subalterno del Tte. Coronel Pedro Gallegos, cabecilla de una numerosa guerrilla de juchitecos, Felipe era entonces bien conocido del entonces capitán Porfirio Díaz, gobernador y comandante militar del Departamento de Tehuantepec a cuyas órdenes operaba desde 1858. En este año libraron el combate de Las Jícaras, el 13 de abril, con pocas fuerzas, alcanzando una espléndida victoria sobre tropas enemigas, tres veces más numerosas que dejaron en el campo muchos heridos y muertos, entre los que se contaba el coronel Conchado, el más importante de los jefes reaccionarios.

Este triunfo permitió al capitán Díaz dominar la situación, no sólo porque ya no se atrevían los “Patricios” tehuanos a atacarlo, sino porque tomó enérgica iniciativa: aumentar sus fuerzas con gente de Juchitán y San Blas para enseñarles a vencer a un enemigo superior en número y en recursos.

5 DE MAYO
Durante la intervención francesa, el Batallón Independencia de Juchitán al mando de Pedro Gallegos, en el que se encontraba Felipe, formaba parte de la brigada del general Porfirio Díaz, que taponó el paso de los invasores en el Fortín-Orizaba, ubicado en las montañas del Estado de Veracruz así como también en las Cumbres de Acultzingo.

En la batalla de Puebla, el 5 de mayo de 1862, el Batallón Independencia defendió el sector de La Ladrillera con las demás corporaciones de Oaxaca, a las órdenes del ya general Porfirio Díaz, cupo la gloria al Teniente Coronel Gallegos con 100 soldados juchitecos, entre los que se encontraba Felipe lanzarse por órdenes de Díaz con las unidades oaxaqueñas en persecución de los franceses; escribiendo, una vez más, con letras de oro una de las páginas más gloriosas de la historia de México.

5 DE SEPTIEMBRE

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Como premio a su bizarría Felipe fue ascendido a capitán y trasladado al Batallón “Zaragoza”, de nueva creación, con matriz en Juchitán. Estando en este lugar en el año de 1866 fue nombrado representante del pueblo para formar parte de la comisión de juchitecos que conferenció con los “notables” de Tehuantepec, que trataban sobre la rendición de los juchitecos, a nombre del Visitador Imperial Juan Pablo Franco.
Las autoridades y el pueblo contestaron con rotundas negativas y la comisión de Tehuantepec se retiró.
Por órdenes del Jefe Político, Don Máximo Pineda, Felipe los escoltó con una guerrilla de voluntarios hasta Guiigu’ Cahui, sobre el camino: Ixtaltepec – Cerro de Los Amates cerca de Tlacotepec, donde unió sus fuerzas a las del coronel Benigno Cartas con sus blaseños y ya juntos tuvieron el primer choque con los imperialistas, retirándose después hacia Ixtaltepec para reforzar la línea de resistencia establecida por el capitán Anastasio Castillo, sobre el río a la altura de dicho poblado.

POR SAN VICENTE FERRER
En 1872, Felipe formó parte de la columna de juchitecos y tehuantepecanos que se lanzaron en persecución del coronel Félix Díaz quien había ofendido al pueblo juchiteco al bajar, arrastrar y quemar la imagen de San Vicente Ferrer. Esta osadía costó la vida a Félix Díaz.

Felipe ganó todos sus grados por méritos en campaña, hasta llegar a coronel comandante de batallón.
Este valiente defensor de la patria y del pueblo juchiteco falleció en 1882 y fue sepultado en el atrio de la iglesia de la Exaltación en la ciudad de Juchitán, Oaxaca.

Su domicilio estuvo en la calle 5 de Mayo casi esquina con av. Morelos.
*Tomado de las redes sociales/Anónimo

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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