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Cultura

Estación Sarabia

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Lo que en tu niñez viste, oíste; no lo olvidarás nunca, pasarán los años y las imágenes, los sonidos ahí quedan para siempre. El olor de la comida, de la flor al amanecer; el olor de aquel amor- aunque esto no ocurra en la infancia-. Sólo que tampoco se olvida, de ahí lo atinado de la pieza musical de Álvaro Carrillo: Sabor a mí.

Es así que un mediodía ví y oí la algarabía del tren al llegar a La Estación de Sarabia, con rumbo a Coatzacoalcos. Mujeres y hombres bajaban y subían al tren del mediodía. En esta Estación en sentido contrario subían las frutas: plátano, piña, naranja, mandarina, yuca, frijol…Esto es al tren que iba a Salina Cruz; es decir en El Pasajero de la una de la tarde. En esta estación de Sarabia pasaba un tren a la media noche. Tal vez con destino a Chiapas.
El Tren es una máquina maravillosa e inolvidable, su desarrollo en México tiene que ver con la época dorada del progreso de México. Sus vías de acero era una imagen del gobierno de don Porfirio Díaz: Fuerte, firme y Seguro. Sobre todo un gobierno que dio Seguridad a la ciudadanía. No había robos, asaltos en las rutas de los trenes que comunicaban al país de frontera a frontera. Venía en cada tren un piquete de soldados para la seguridad de los pasajeros. Nadie y ninguno cerraba el paso al tren. No había bloqueos, el campesino istmeño trabajaba, produciendo sus tierras. No usaban fertilizantes, cosechaban desde el sagrado maíz hasta sandía, melón, calabaza, jitomate, camote, frijol. Y en época de sequía como diciembre levantaban su cosecha de ajonjolí. México era próspero, producía lo que comía. No había tanta fábrica, no se conocía el plástico; la contaminación del aire, del agua y del suelo tampoco. Se creía en la palabra, sólo bastaba la palabra como garantía de un compromiso. No había necesidad de firmar un documento. Si algún campesino pasaba por la parcela de otro; y veía el hacha o el machete puestos ahí. Los levantaba para que el dueño los viera, en señal de que ahí seguían. Qué honestidad! De hombres. Era esto el reflejo de la mano firme de don Porfirio que conducía al país, con su moneda firme. El Peso valía más que el dólar. No se conocía La devaluación y la «dichosa» inflación.
El tren pues, es una máquina maravillosa, viajar en tren era cómodo y lleno de paisajes que te recreaban los ojos. Ya se imaginan! La estación de Buena Vista de la CDMX, donde los pasajeros de todo el país confluían. Habiendo abordado el tren en La Estación de Reforma de Pineda, o en la estación de Ixtepec. El tren va pasando por pueblos y en casi todos hacía una parada. Así la estación de Mogoñé, Sarabia, Juanita, Palomares, Donají… Si gustas recordar un viaje en tren, escucha El Tren del Atardecer- magistral composición de don Luis Martínez Hinojosa-. Ese tren que se toma en Matías Romero para ir a Ixtepec, pasando por los poblados de : Lagunas, Almoloya, Chivela, Nisandáa y la Mata-» más vale un viaje corto que un amor sin voluntad». La canción la puedes oír en la magnífica voz de Natalia Cruz, como en la voz del inolvidable Hebert Rasgado.
Fue don Porfirio quien lleva el tren hasta Salina Cruz en 1905, donde Matías Romero se convierte en una importante estación de tren. Porque ahí se construyó el taller para reparar trenes; Que él inaugura con su comitiva a su paso, mientras se dirigía a Salina Cruz, procedente de La CDMX.
El tren que «corre al sur que sale de Coatzacoalcos con rumbo a Salina Cruz…El Garrotero: Gritó! Ixtepec cerca está.
Lástima! Que perdimos nuestro tren, era un magnífico medio de transporte para pasajeros y de carga. Cuánta! Contaminación nos ahorró el uso del tren y cuánta! Carga transportaba. Podías comprar tus muebles en Cuanajo Michoacán y traerlos a Juchitán; el cemento desde Lagunas a otras ciudades del país; así como reses, puercos, aves; como madera en grandes cantidades.
México al perder su tren, fue perdiendo firmeza y ganando contaminación por la entrada de vehículos automotores de Diesel, gasolina y gas. Y ahora todo por carretera, que por cierto en nuestra región siempre bloqueada. Cerrada al paso de vehículos que transportan frutas, animales vivos que se pudren y mueren por «los días de bloqueos». De ahí el retiro de las empresas, que el Istmo no sea una región segura para invertir. El cierre de empresas cierra fuentes que hubieran generado empleos. Empleos que tantos jóvenes buscan para hacerse de un ingreso.
Es hora ya! De pedirle al gobernador ponga sus ojos en esta situación en la que el Istmo vive. Está en sus manos poner orden, dar seguridad a sus habitantes y terminar con los bloqueos carreteros en el Istmo oaxaqueño. Esto! Urge, Señor. Enhorabuena!
Juan Antonio García
Juan

 

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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