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Cultura

Remembranzas al amanecer: Doña Alfa Ríos Pineda

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Amigos, buen día.
Doña Alfa Ríos Pineda, hija de don Herón Núñez Ríos –ixtaltepecano -. Aquel que de niño fuera ayudante del médico japonés Takeo Takahazi, que llegara por tren por los años 20. Y que abandonara Juchitán aproximadamente en 1940.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Ese día, después de vivir entre los Tecos 20 años. Toda la población lo acompañó a la Estación, cumpliendo así la orden del Gobierno: «Todo extranjero de origen japonés. Tiene que concentrarse en Perote, Veracruz».
Hija, de doña Nicandra Pineda – juchiteca -. Una señora que vi siempre sentada en la sala de su casa – donde se encuentra hoy el DIF municipal (en Juchitán) -. Ataviada de huipil y enagua con holán, como si fuera a una fiesta de gala.
Ella, doña Nicandra tuvo 2 hermanas: Josefa y Adela – mi abuela -. Y un hermano, Amarante Pineda. Doña Alfa Ríos Pineda, junto con sus hermanas: Nereida, Lucelia e Ilma, fueron a estudiar a la CDMX – enfermería en La UNAM -. Cuando se casó con don Andrés Henestrosa el sábado 24 de Mayo de 1940, en Juchitán. Un grupo de personajes los acompañaron en su boda. Ésta se celebró bajo una enramada de palma verde.
De su techo colgaban racimos de coco y penca de coroz – una penca de flor, exótica y aromática producto de una palmera -. Los invitados: Agustín Yañéz- escribió crónica de la boda. Más tarde, Secretario de Educación Pública del Presidente don Gustavo Díaz Ordaz -. José Bergamín – poeta, refugiado español de la época franquista-, don Antonio Vargas McDonald, periodista, escritor…Entre otros.
Doña Alfa Ríos y don Andrés formaron una pareja excepcional, en trabajo y en amor. En ellos se cumple puntualmente que «el hombre debe ir a trabajar y traer el sustento para la familia”. Ambos eran muy trabajadores y conservaron una excelente comunicación. Y él, don Andrés, fue un hombre que adoró a su esposa. Y la obedeció.
Tengo la impresión que ella fue la arquitecta del éxito de don Andrés -«Si es que ello, como dicen es el Éxito…». Esto, a raíz de un comentario que él hiciera: «Es aquí donde de niño: Vi la vaca de enormes ubres…». Cuando la vez primera, que al morderme un perro rabioso. Vine desde Ixhuatán a La CDMX, para que me inyectaran en el ombligo 16 inyecciones. Fue cuando le dije: A lo mejor, Usted no vio la vaca. Más bien fue una visión como un preludio de su vida que ha sido un éxito…
Doña Alfa Ríos, fue amiga de doña Frida Khalo. Diego y Frida aprendieron un poco el zapoteco con ella. Seguramente que ella le enseñó a vestirse de enagua, ataviarla con sus ajuares.
Ella cumple años el 18 de Febrero. Y en muchos años en ese día estuve con ellos. Puedo decir, que si alguna duda tuve, a ella se la comenté para recibir luz y «confianza en mi destino». Era una mujer sencilla, hasta en su misma risa había prudencia. Así, escribí en el relato: Mi tía Alfa. Que usted amable lector, puede leer en Google: “Remembranzas al Amanecer. Reza una dedicatoria de don Andrés a ella en uno de sus libros: Alfa, mis ojos y mis manos.
Gracias.


Ing. Armando Jiménez
Nacido en Juchitán de Zaragoza, chegueño de pura sepia, orgulloso de su estirpe zapoteca egresado de la Escuela Superior de Ingeniera Química del Instituto Politécnico Nacional. Profesor jubilado del Instituto Politécnico Nacional. 
Diplomado en Lingüista Transtextual impartido por el maestro Arrigo Cohen.
Amigo personal y colaborador del Maestro Andrés Henestrosa.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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