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Cultura

Las razones de los pueblos, o la otra cara de Benito Pablo*

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A los muertos de Juárez,
olvidados de siempre por la Historia

Hoy que tanto se habla de Derecho en nuestro país y de observar el cumplimiento de las leyes como un deber sagrado, comparto algunas reflexiones. Éstas nacieron mientras escuchaba las historias de represión en Juchitán por parte de los diferentes gobiernos del Estado de Oaxaca y del país. Los gobernantes en turno esgrimían la aplicación de las leyes como motivo principal para traer al ejército.

Soy binnizá, y mis ancestros fueron muertos en las diferentes rebeliones; había pues, una simpatía de antemano con las causas de mi pueblo. Pero, ¿cómo contraponer las razones de Juchitán a las del gobierno, si “la Ley” estaba a su favor? Recordé entonces que, según un ilustre abogado oaxaqueño: “El respeto al Derecho ajeno es la paz”. Con razón tuvimos guerra…, me dije; porque defendimos con las armas en la mano nuestros derechos ancestrales, venidos de siglos antes de la fundación de los Estados Unidos Mexicanos. El “Benemérito” hablaba de Derecho Positivo cuando exigía respetar la Soberanía de las Naciones, pero su frase es también aplicable a los derechos inherentes de los pueblos, aunque no estén formalmente reconocidos.

Cuando Guidxiguié’ fue incendiado por la Guardia Nacional enviada por el entonces Gobernador don Benito Juárez, él se justificó con la ley en la mano que decía ?claro, ellos las escribían? que las salinas del Istmo pertenecían a Javier Echeverría. No importó para el Gobierno del Estado Libre y Soberano de Oaxaca que las autoridades legítimas de Juchitán dijeran en carta en 1849:
“prometemos que no se dará lugar de ejecutarse esa infamia y tiranía en lo sucesivo [el que se decía dueño estaba dañando las salinas para que los zapotecas no la usufructuaran] porque nos reconocemos con un derecho de naturaleza, como legítimos dueños, para aprovecharnos de ese fruto [la sal], pues el Ser Supremo quiso ponerlo en nuestro suelo, en nuestra costa (bendito sea Dios) y no como se dice que la estamos robando; producción ofensiva y vilipendiosa, pues el que coge y disfruta lo que es suyo no lo hurta”.
En la memoria oral y en el Derecho Consuetudinario basaban mis paisanos la posesión de sus terrenos. Juárez en cambio basaba su poder y su cargo de Gobernador en un sistema de gobierno ajeno, en el que una ínfima parte de la población tomaba parte (fue elegido Gobernador interino en 1847 por una diputación nebulosa en la que cada “representante” se había nombrado casi a sí mismo). Su poder no descansaba, pues, sobre una fuerza legitimadora real. ¿Con qué derecho, entonces, estas personas imponían su opinión y legitimaban ventas de bienes ajenos cuando ni el origen de sus cargos estaba claro? Las salinas fueron la principal causa de que los zapotecas del sur del Istmo se rebelaran acaudillados por José Gregorio Meléndez, Che Gorio Melendre. Y para saber a qué grado llegó la represión efectuada por el gobierno del Estado, baste con leer este fragmento de El Universal, diario de circulación nacional, que el 6 de junio de 1850 decía en su primera plana:
“¿Por qué se perdonó á los díscolos de Puebla, y no sólo no se perdonó, sino se quemó vivos a los viejos, a los niños y a las mujeres de Juchitán? […] Hay motivos para creer que no fue el jefe de los sublevados el autor de aquella sangrienta escena, sino la inclemencia de un gobierno, que no sabemos por qué misterioso rigor, sacrificó á mil inocentes, que estaban mezclados con los culpables”.
Por supuesto que los defensores de la “legalidad pura” dieron la razón a don Benito. Quién se imaginaría que años después aquel mismo personaje hablaría del respeto al Derecho de los Pueblos.

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Mi comentario se dirige a la legitimidad de las leyes. ¿Por qué obedecer reglas impuestas? ¿En qué estamos fundando el Derecho? Como se ve, ha cambiado ya el enfoque; de ver a la ley como algo sagrado, a verla como motivo de rebelión. Si un pueblo crea normas, es sano que las cumpla; pero si a un pueblo le han impuesto obligaciones y derechos, es sano también que reclame la desobediencia a esos preceptos. Juárez pidió el respeto al derecho ajeno, pero jamás consideró que los binnizá del Istmo tuviéramos un derecho propio. Juzgó con las leyes que los criollos habían proclamado y que atentaban contra las prerrogativas que hasta el Rey de España había reconocido. ¿Cómo es posible que los conquistadores españoles hubieran admitido gran parte de la manera de legislar de los pueblos originarios de lo que hoy es México, y que, con la Independencia, se pretendiera homogeneizar la lengua, las leyes, y todo el universo de aspectos sociales? Los Liberales nunca reconocieron el mandato de Maximiliano de Habsburgo por descansar en la imposición de una potencia extranjera; sin embargo, el ahínco con que obligaron a los pueblos indígenas, que desde siglos atrás vivían bajo su propia reglamentación, a regirse bajo leyes escritas, impuestas, y ajenas a su problemática, fue brutal. A replantearnos la legitimidad de cada norma invito; desde la perspectiva de comunidad.

*Texto publicado en Guidxizá, una mirada a nuestros pueblos ?Año II, N° 86, Dom 30/Mar/2014?, suplemento cultural del Comité Melendre.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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