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Cultura

La Canción “Guiée Cheguigu”, inmortal; su autor olvidado.

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Se llamaba Pedro Cabrera ( Pedru Basha ); de niño nunca conoció la escuela y, lógicamente tampoco las letras del abecedario; de su padre, heredó la inteligencia y la creatividad para componer bonitas canciones en su lengua materna. Obligado por la pobreza, la mayor parte de su infancia se la pasó elaborando cintas y sopladores de palma, bajo la dirección de su padre, el Genial Compositor; Manuel Reyes Cabrera ( Tá Rey Basha ).

En esa tarde del 22 de mayo, las calles del Barrio Cheguigo; estaban mojadas a pesar del intenso calor, debido a la lluvia que cayó en la madrugada: En la casa de los mayordomos, la fresca enramada elaborada con verdes carrizos se veía impresionante con los adornos de papel china en forma de banderitas de múltiples colores. Los racimos de flor de coyol expedían su profundo aroma, que los invitados y demás vecinos disfrutaban con alegría. A las afueras, las carretas adornadas con plantas de plátano y banderitas, se agitaban por los constantes movimientos de los bueyes, como queriendo ya iniciar el paseo por las calles del Barrio Cheguigo; las grandes ruedas de las carretas de los campesinos invitados, estaban pintadas con cal, en las que sobresalían las letras escritas con tinta natural de añil, anunciando los nombres de los mayordomos de las festividades en honor al Patrón San Vicente Ferrer.

El torito bravo que encabezará el convite de flores, estaba amarrado en un horcón sembrado es profesamente para la ocasión.

Antes de atravesar el puente peatonal con dirección a Cheguigo, Pedro Cabrera ( Pedru Basha ) disfrutaba de su segundo cuarto de mezcal en la cantina de la Tïa Tiana. El ruido de los cohetones se oía con más frecuencia, anunciando el pronto inicio del recorrido de las carretas, y demás participantes. El viejo reloj del palacio municipal anunció la hora con cinco campanazos. Pedro se levantó de la banqueta, y se dirigió al puente, los bullicios se escuchaban ya muy cerca de la calle Moctezuma, a dos cuadras de casa de Pedru Basha; la intensión de este genial compositor, es llegar a su casa, dado que ya estaba un poco tomado. Pedro, como todo genio, fue un bohemio, le gustaba mucho el mezcal. Al llegar a la esquina de las calles de Moctezuma y Saúl Martínez, se detuvo de pronto para presenciar el paso de las carretas adornadas; pero antes, ya había visto pasar el torito bravo, controlado por cuatro vaqueros y seguido por infinidad de niños;… algunos jóvenes y unos cuantos adultos; todo era alegría y gritos de júbilo, cuando el toro embestía a uno que otro audaz que le salía al paso. No era la primera vez que Pedro Cabrera presenciaba algo así; pero en esa ocasión, le pareció un evento formidable, por lo que le puso atención especial, y su mente se llenó de inspiración, creando en ese momento una canción que describe con singular perfección todo lo que aconteció en esa fiesta.

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Del tiempo en que Pedro, se inspiró y creó mentalmente la canción Guiée Cheguigu, ya pasaron muchos años, digo mentalmente, porque él no pudo haber escrito la canción porque no sabía escribir. Pedro al Igual que su padre Manuel Reyes Cabrera ( Rey Basha ), por lo general compusieron sus canciones después de consumir algunas copas de mezcal, lo grandioso y admirable de ellos, es que al otro día se acordaban las melodías, cantándolas pausadamente, mientras un trío acondicionaba con música de sus guitarras las canciones compuestas. En esos mismos instantes, sus amigos del trío, escribían en un viejo cuaderno las letras de las melodías, para integrarlas en sus repertorios, haciendo posible mantener vigente las canciones a través del tiempo; algunas tal vez, desaparecieron con el paso de los años.

La canción Guiée Cheguigu, se cantaba muy poco, cuando todavía vivía Pedro, El Contador Felipe Toledo Matus, por cierto muy amigo y vecino, tanto de Pedro como de Manuel Reyes Cabrera, tuvo la brillante idea de incluir en uno de sus discos grabados, la melodía, de esa manera, mucha gente escuchó y conoció la existencia de la canción, en poco tiempo, las bandas de música la incluyeron en sus repertorios, El cantante Mario López, en una de brillantes grabaciones, también contempló Guiée Cheguigu, con un ritmo alegre y pegajoso, como para escuchar y bailar.

Es estos días, la canción Guiée Cheguigu, se ha vuelto una canción inmortal, lo mismo se escucha en bodas, como en quince años, en misas de muertos, en sepelios; ahora hasta en la guelaguetza. Pedro Cabrera, ya no disfrutó del éxito de su creación. Después de vender su carretón y su caballo, que utilizaba como transporte de carga, para ganarse unos cuantos pesos, se volvió pepenador en el basurero que equivocadamente hicieron en la laguna biahui do. Deprimido y angustiado por su condición de muy pobre, decidió terminar su valiosa existencia en el alcohol, la popular y famosa melodía, no fue la única que compuso este admirable hombre, compuso muchas y muy bonitas y ocurrentes canciones, todas en zapoteco por supuesto.

De su grandiosa creación musical, muchos la disfrutan, hasta en otras partes de la república, pero de Pedro Cabrera ( Pedru Basha ) nadie se acuerda ni lo recuerda, quien sabe si alguien sepa donde está enterrado, y si alguna persona bondadosa por casualidad le regale aunque sea unas ramas de cordoncillo ( guiée daana ). Guiée Cheguigu, ya es una canción inmortal; su creador está olvidado. Es importante que los interpretes de tan agradable canción, se dignen en hacerle un merecido homenaje a este gran compositor, primeramente, y desde luego localizar donde están sus restos en el panteón Miércoles Santo.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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