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Cultura

¿MEGALITOS EN TEHUANTEPEC?

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Megalitos Tehuantepec Oaxaca 2

“En el cerro de Tehuantepec habían muchos jaguares sangrientos que mataban y aterrorizaban a los moradores. Decidieron ir a ver a un famoso brujo huave para pedirle que los liberara de los tigres. El brujo hizo salir del mar una gigante tortuga que se arrastró lentamente hasta el cerro. Los tigres bajaban en dos hileras cuando la tortuga llegó. Fue tal el susto al verla que se volvieron piedras.
Pero también los zapotecas tenían mucho miedo. Pidieron al brujo que se la llevara; y éste, la transformó en una gran roca al pie del cerro”.

La leyenda del guie’bigu de San Blas Atempa

Sí, todos las vieron, todos las hemos visto. Ya algunos con su fantasía les hicieron leyendas y les pusieron nombre a algunas de ellas: guie’ bigu, guie’ xhunaxhi, guie’ niza, etc. Otros su tiempo a la reflexión cuando su paso a San Blas por el portillo de Guichivere o de allá para acá, pero nunca pasaron desapercibidos para los ojos del transeúnte los megalitos de Tehuantepec, al que llamaremos Ca’guiengula sti’ Guisi’i.

Esas piedras enormes que miran al oriente y parecen descender de la cima del Dani guie’ béedxe, para dirigirse al mar o a las huertas aledañas en grotesca caravana. Guarida de forajidos, descanso del fatigado adolescente al pastorear por las laderas a sus cabras. Atalaya de viajeros y lugareños para admirar las extensas sementeras que circundan la población o, para divisar al lejano mar Superior e Inferior que, cuando despejado el día, se ven sus olas y su azul intenso.
Se les llama Megalitos (del griego megas, grande y lithos piedra) a las piedras gigante empleadas en el paleolítico en monumentos que sobresalen principalmente en la Europa Occidental, donde sus habitantes del paleolítico superior usaron estos materiales por primera vez, época importante de la historia de la humanidad en el que se introdujo el concepto de construcciones conscientemente proyectadas para perdurar a través de los tiempos. Fueron construidos casi siempre en los lugares más visibles con el propósito seguramente de llamar la atención hacia ellos – refiere un estudioso – , e impresionar tanto a sus contemporáneos como a las generaciones futuras.

Los monumentos megalíticos se dividen en tres categorías fundamentales:
A).- Las más sencillas son las formadas por simples monolíticos en posición vertical. Llamados menhir, palabra céltica que significa “piedra larga “, al que conoceremos en zapoteco como guie ziùula.
B).- Los Cromlech y alineamientos, los primeros cuando son grupos de menhires dispuestos en círculos o semicírculos y los segundos, cuando solamente están distribuidos en hileras paralelas alineadas “como un desfile de varios kilómetros de largo “, que denominaremos “do’o guie “, y
C).- Los dólmenes, que son construcciones o estructuras techadas, cubiertas, tumbas, sepulturas.
Estos enormes monumentos, según los estudiosos, rara vez están situados a más de unos pocos cientos de kilómetros del mar, y que se hallan en lugares tan distintos en Europa, desde Escandinavia hasta las costas de Italia, siendo las más famosas las de Stonehegen, en Inglaterra.

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Megalitos Tehuantepec Oaxaca 2

Si a estos datos agregamos lo que nos proporciona Bradomín en su Historia Antigua de Oaxaca, de que la presencia del hombre de la remota Edad de Piedra en suelo americano y particularmente en Oaxaca es tan antigua como la de los primitivos cavernícolas del viejo mundo, contemporáneo del glyptodón y del mamut, lo mismo que sus congéneres del Antiguo Continente, es también troglodita; y que tiene en la cueva o la caverna ( en el caso de Tehuantepec podría ser la cueva de Lieza ) un refugio natural para protegerse de los rigores del sol, de la ventisca, del frío y de la lluvia, así como fueron su fuente de alimentación la pesca en los grandes ríos como Mixteco, el Verde, el Papaloapan y el Tehuantepec, la caza y la recolección de frutos y raíces de ciertos vegetales y cubren en parte su desnudez con las pieles de los animales caídos en la caza, veremos que estas enormes piedras de Tehuantepec podrían considerarse como parte de ese legado de “ piedras misteriosas “, Y curiosamente reúnen todas las características de aquellos monumentos del paleolítico europeo, porque son menhires ( piedras largas ) guie ziuula, como acordamos anteriormente, distribuidas en una sola hilera que va o desciende del Dani guie béedxe y, que las situadas en la cima, a los pies o debajo de la ermita de la Santa Cruz del Cerro del Tigre, por su colocación, correspondería a los dólmenes, al que nosotros llamaremos: baa guie ( tumba de piedra ).

Debido a los fuertes movimientos telúricos registrados en esta zona sísmica del Istmo, se han dispersados en forma irregular al fragmentarse estos sólidos monumentos.
El enigma de estas enormes piedras, ha creado entre los zapotecas de la zona de Tehuantepec, leyendas singulares y hermosas, que nuestros ancestros crearon para responder a las interrogantes de sus hijos, de sus nietos. Y una de ellas es la que aparece como epígrafe en este trabajo. Otra, es la de NDREGUE’TU´. La historia refiere que este personaje llamado Andrés, fue un panteonero, un enterrador, de allí su sobrenombre de gue´tu´: muerto, difunto. Ndré gue´tu´- el primero, porque hubo otro posterior, más reciente-, fue quien levantó y trasladó a los que sucumbieron en aquellos días de estragos para Tehuantepec, cuando el cólera, a fines del siglo pasado. En un macabro carretón los trasladaba a la gran fosa común que ex profesamente fue abierta a un costado del panteón “El Refugio “, precisamente a un lado del guie bigu, la piedra de tortuga.

A cualquier hora del día o de la noche, el espectáculo dantesco era el mismo, cuando el enorme carretón cruzaba la ciudad. Colgaba en él una campana que sonaba en el trayecto, y junto a ésta, la luz mortecina de su linterna que lo guiaba en la oscuridad rumbo al panteón, y que complementaba el espectáculo aterrador, donde Ndré gue´tu´ era el protagonista principal. Por eso, cuando lo escuchaba venir, corrían despavoridos a esconderse. Esa imagen quedó grabada en la memoria del pueblo: ¡cuidado, viene Ndré gue´tu´ recogiendo a sus muertos! Y que después, fue frase para amedrentar a los jóvenes para no trasnochar y recogerse temprano. De allí vino la leyenda sobre él. Que solía vérsele después de muerto,descansando sobre aquellas enormes piedras cuidando a sus muertos cuando caía el sol….

Tehuantepec Leyenda

Otra leyenda también contada, es que fueron unas mulas cargadas de oro, cuando los españoles saqueaban Tehuantepec, y que los zapotecas petrificaron cuando su huída, para castigar el saqueo que hacían de su pueblo.
En la actualidad, peligra su deterioro y su desaparición por la mancha urbana de Tehuantepec y San Blas que la ha invadido en parte, y ven en ellas fuentes de abastecimiento de materiales pétreo para los cimientos de sus casas. Sea pues, este trabajo, un primer intento por llamar la atención e interés de los estudios e institución destinadas a preservar monumentos y sitios históricos de México y, que si no son megalitos del paleolítico, bueno; como simple capricho de la naturaleza que dio como la Bufa a Zacatecas su leyenda, en ese sentido debe también preocuparnos por su conservación como patrimonio cultural del Istmo de Tehuantepec, y compartir así nuestra historia y nuestras leyendas, con quienes gustosos llegan a nosotros, y juntos disfrutemos de ese “ maravilloso legado de Piedras”.

Guxhibere, Guisi’i Lula’a, beu xhandu’ 1992.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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