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Guixhibere, un barrio zapoteca de Tehuantepec.

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Martinez hinojosa Tehuantepec

Martinez hinojosa TehuantepecValga como epígrafe a nuestro trabajo, el fragmento de la composición musical del jeromeño Luis Martínez Hinojosa, para evocar a esas “cúpulas que tienen cruz” y a los viejos campanarios que complementan la arquitectura de nuestras coloniales iglesias. Y de todas ellas a Guichivere, barrio que “ sabe cantar y que nunca olvidaré”, que forman parte de una de las estampas de los quince tradicionales barrios de Tehuantepec.

De su toponimia son varios ya, los que le han querido definir su significado y, tal vez, el nuestro sea otro más que se agregue a este rosario de interpretaciones. Sin embargo, queremos decir lo que tenemos, para engarzarla a lo literario, histórico y, a otros apuntes que en él hemos recogido.
El profesor Ángel Valdivieso Palacios, lo hace derivar de las voces zapotecas “Quechi y después Guichi, espina y Pete, luego Pere y finalmente Bere, “gallina”, de modo que Guichivere – según él – significa literalmente “espina de Gallina”.

Juan Márquez Cuevas, después de referir la ubicación geográfica del barrio, consideró que Guichivere se deriva de Guidxi béedxe’- tigre , pueblo del tigre, o, propiamente dicho, barrio del tigre, pues éste se localizó en medio del Da’aniguiebéedxe y del Diagabéedxe´, espacio geográfico donde predomina el nombre del felino representativo de Tehuantepec.
Decía también Márquez. “Se antoja imaginar que los primeros barrios fueron distribuidos conforme a las partes del tigre. De manera que Yolloltecatl (Santa María Reu) fue el centro o corazón, Daniguiebéedxe, la cabeza y, del otro lado de éste, la otra oreja, de ahí que a San Blas se le conociera como Diagalaga, no por lo que anatómicamente signifique, sino por lo que geográficamente representara a sus primeros pobladores.
Finalmente su nariz la ubicaríamos en Xhihui. Xhi – nariz, hui – apócope de nahuini, pequeño. Repito – agregaba-, puro gusto imaginario, pues bien conocemos que Xhihui, según el vocabulario de Córdoba, significa. “pecado” o “yerro”.

El Dr. Gustavo Toledo Morales con estas interrogantes nos da respuesta a nuestras inquietudes. ¿No les parece que, en Guisi’i, antes de Cortés pudieron existir granjas o “gallineros” por el rumbo del barrio que nos inquieta, y que el nombre actual del barrio puede ser descomposición de la expresión LIDXI (casa) BERE (GUAJOLOTE)? Pues debemos aceptar que en esa época no había la famosa gallina de Castilla que posteriormente se adueño del término BERE.
“en síntesis, resulta más lógico que haya sido “gallinero” que pueblo y que espina de gallina, máximo si recordamos que en la primera descripción de Tehuantepec se nos dice que los habitantes indígenas del lugar, se asentaban en la falda de los cerros que rodean el lugar por temor a las frecuentes avenidas del río, existiendo núcleos de mixes, mexicas, mixtecos y una gran población de zapotecas. Pues bien cada barrio tenía cierta predilección de determinado tipo de actividad. Así Atempa se dedicaba a la pesca y en segundo término a la agricultura, Vixhana era de los servidores de los templos zapotecas, Laborío (nombre español) era asiento de las “labores” (talleres donde se tejían y tintoreaban telas), y ¿ no es posible que una parte del pueblo se dedicara a criar bere ngulas (machos y guajolotes) y posteriormente asoció a éstos las famosas gallinas de castilla y por lo tanto a ese barrio, pudiese llamársele LIDXIBERE (casa de totoles o gallineros) y que este nombre con el tiempo se convirtió en guichibere?’’.

Cesar Rojas Pétriz, hace unos años, a través del programa radiofónico “HISTORIA, COSTUMBRES Y TRADICIONES DEL ISTMO”, involucró en su investigación sobre Guichivere a los radioescuchas, quienes le aportaron entre otros datos lo siguiente, que existen un arbusto conocido por los zapotecas del norte de Istmo (La Mata y Chívela) como “guichivere”, y que en Tehuantepec recibe el nombre de “guichibele”, de tallo y ramas verdes cubiertos de espinas idénticas al “clavillo” que le quedan a los guajolotes después de desplumarlos y que produce florecitas amarillas que son alimentos de los pájaros y, por último, que de estos arbustos hubieron muchos en el área del barrio y que, es muy posible que ellos se haya tomado el nombre.

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Hasta acá la información de nuestra fuentes, nosotros consideramos que tienen otro significado en cuanto a su toponimia. Basándonos en el estudio del primero – profesor Valdivieso-, de que los zapotecas antiguos “no solo del istmo, sino también de la sierra, de los valles y de la costa central, no usaban la voz pueblo para significar sus núcleos de población, puesto que lo designaban por alguna particularidad geográfica, zoológica o anímica que encontraban en los sitios por ellos elegidos”, entonces Guichivere se deriva de GUIXHIBERE, como lo han escrito los más destacados zapotequista tehuanos Arcadio G. Molina y Carlos Iribarren Sierra, y como suelen pronunciarlo todavía quienes no han olvidado su lengua materna. GUIXHI y no GUI’CHI, monte y no espina, BERE – ave, y no gallina como se ha sostenido, por no ser esta ave del país, pues los zapotecas llamaron a toda ave BERE, agregándole un segundo nombre para diferenciarlas de las demás ej. Bere xhunaxhi (codorniz), bere xhiga (chachalaca), bere guidxa (correcaminos), bere lele (alcaraván), , bere xtía (paloma), etc., y finalmente a la llegada de la gallina, simplemente le llamaron. BERE, como muy posiblemente también, sucedió con el caballo que vino de Europa, al que sólo modificaron la acentuación de mani (animal) para llamarle mani’ (caballo). Concluyendo, que GUICHIVERE “espina de gallina” (nombre con que se desconoce actualmente al barrio), debe ser, a nuestro juicio, GUIXHI BERE “Monte de aves”.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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