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Cultura

Balam Rodrigo y la complicidad del mar

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En Poemas del mar amaranto, libro último y primero por su calidad, Balam Rodrigo agarra como pretexto el mar, y lo lleva por sus nostalgias y desesperanzas como –si, lo adivinan- un bote a la deriva. Un libro optimista no es este conjunto de poemas que suda salmuera por olas de ansias febriles y azuladas.

Las influencias, obvias en los epígrafes, van de Pessoa a Odiseas Elytis: de Álvaro Mutis a Elliot y Neruda y Valery, con un aire marino que despliega las alas poéticas de Balam Rodrigo, que no oculta sus gustos literarios.

Efectivamente, el mar es el cómplice de esta aventura de poemar por húmedos ensueños, por el pesimismo de sus aguas en donde la muerte no es más que el ojo de un cangrejo sideral.

¿Y por qué el mar? Digo que ahí se resume el deseo, que viene de lejos, a través del sabor que nos deja el sexo recién practicado, o masticado de lejos por los ojos de un jilguero de mar que canta con música de oboe sus notas de sargazo. Por cierto que oboe es el único referente concreto que utiliza Balam Rodrigo en este poemario dirigido a las sensaciones y no al tacto de lo material.

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Descubro en este poemario la unidad de las estrofas, que permiten su lectura de manera separada, y un cierre artificial, por cuanto la estrofa final en cursiva es otro poema en miniatura, con un referente veladamente insinuado. Esta técnica ya ha sido utilizada por Rodrigo en su poemario anterior, y ya no le permite mayor asombro al lector avezado en su obra, aunque la calidad permanezca intacta.

Balam Rodrigo es poeta de la concisión. Sus poemas cortos despliegan su potencia en el reducido espacio de la página, y en dos estrofas explican, aunque es más correcto decir que sensibilizan, al lector, que va trepado en las olas y sus abismos. Quiero decir con esto, que Rodrigo, en sus poemas largos (Esperando el autobús… o Bitácora de la nostalgia), despliega las velas en un mar en calmo e innecesaria, dando la sensación de un propósito o un compromiso de hacer el poema mucho más extenso de lo necesario, diluyendo su potencia reveladora.

Es cierto que el surrealismo y sus licencias campean por las páginas de este libro y sus 40 poemas, en un agradable juego de conexiones que nos abren al asombro con su sórdido augurio de tifones y naufragios.

Rodrigo es, también, poeta del pesimismo. Por más que los sentidos afloren en su plenitud, el resultado será el mismo: la nostalgia por lo ya ido, por lo que ya fue nombrado por el universo de los verbos antiquísimo. Rodrigo  no descree, sólo añora un tiempo venidero en donde la canción se cante con un ritmo jovial, alejado de las estridencias de la moda, de lo efímero y lo inmediato.

No recomiendo libros, menos poemarios, pero pienso que los poemas de Balam Rodrigo no le hacen mal a nadie. La medida del pesimismo es responsabilidad de cada quién, y un poco de amargura salobre no afectará al lector. Uno le pone condimento y sal a su comida a su entero gusto, y Balam nos abre el apetito con estos poemas salpicados de sobriedad. Aceptemos esa invitación de ir hacia nuestros adentros con sus dosis de febril imaginación.

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Poemas de mar amaranto es un libro que nos alimenta (el amaranto y su galleta de alegrías nos nutre y nos socava) y lleva por la senda de la obra primera de Balam Rodrigo, Hábito lunar, que un día tuvimos el placer de presentar en este mismo sitio, hace ya un tiempo y que confirma la mejor tradición poética de nuestros paisanos chiapanecos.

 

Coincidencia o no, estas nueve secciones en que se divide el libro me recuerdan al Dante heresiarca (¡Oh los que entráis, dejad toda esperanza!) en su representación de la comedia humana y en la espera milenaria para iniciar otra nueva era, ésta sí, de mares rebosantes de optimismo en donde el cuerpo obtiene la deseada recompensa.

Bien por Balam Rodrigo y su venero de complicidades, el mar, en donde una gota es un embrión de tempestades.

 

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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