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Cultura

Aproximación a la picaresca istmeña

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 Inquirir e informarse es la base del chiste, desde el punto de vista etimológico. Puede ser un dicho gracioso y festivo o una aproximación a la burla y a la chanza. El istmeño, estirando el significado, se acerca más a  lo anterior, a la graciosidad y la agudeza, si consideramos que es la base del convivio y la tertulia. 

Fue lugar común la reunión de los vecinos en la esquina, o en un espacio sombreado, para contarse historias que van de lo intrascendente a lo anecdótico,  untados con un erotismo velado  o francamente escatológico. Otros lugares adecuados para la recreación lingüística con buena o mala leche son los cumpleaños y los velorios, que se visten de un ambiente frívolo e irreverente.

Los registros literarios de la picaresca se dan a mediados del siglo XVI,  con la publicación en España, del Lazarillo de Tormes (1554): un pícaro vive de sus trapacerías y las narra con desenfado, sin llegar a los hechos delictuosos, ya que el personaje es  cínico y amoral, pero alejado todavía de un criminal. De hecho la estructura de la novela picaresca es la misma de la novela de caballería, aunque con carácter desmitificador y escrita en primera persona, justificando su situación  sin complejos de culpa.

Cada país tiene el pícaro que se merece. Así encontramos en Francia la historia de Gil Blás de Santillana, de Alain Le sage (siglo XVIII); Moll Flanders, de Daniel Defoe en Inglaterra, y en América a la coincidente primera novela: El periquillo Sarniento, de nuestro paisano Joaquín Fernández de Lizardi, reflejode la novela española.

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Dejo en el aire  otras novelas picarescas (Guzmán de Alfarache, El Buscón, etc) porque creo que la idea que pretendo escudriñar esta dada por nuestro periquillo sarniento, del que deriva la picardía del istmeño, aderesada por una serie de circunstancias que enumero sin carácter de exhaustivo: la liviandad de la sangre, de la  que ya mencionaba Brasseur en su Viaje por el istmo de Tehuantepec; la mezcla de sangre en la región ( que sorprendió al francés traductor del Popol Vuh) y el orgullo que iguala a nuestro zapoteco con la lengua española, hermanada en la plática cotidiana y relacionada en su fonética con la castiza. 

Pienso que la liviandad de nuestra manera de ser y el afecto lúdico con nuestra lengua son los creadores de esa rica manera de vivir la lengua que tienen los istmeños y que Víctor Terán recupera sin esfuerzo para solaz esparcimiemto de sus lectores.

¿Qué lleva a Terán recopilar estas anécdotas y chistes que tienen nombres y apellidos y que por un prurito  oculta bajo falsos nombres, sin embargo reconocibles porque estas chanzas ya circularon por los caminos del chismerío?  A saber. Los que lo conocemos sabemos que Terán sabe morder y su veneno es de venerable áspid que se enrrolla para pasar como santo y  chingaquedito. Ah Víctor Terán, los que no te conocen y confían a tus excastos oídos la anécdota, son igual de culpables, como aquellos que en vez de agarrar la pata a la vaca, afilan la lengua y estoquean hasta a su propia sombra. 

La medicina que propone Terán es la más adecuada para estos tiempos: reírse a carcajadas, como lo hace Ta Manuel Terán, su padre, que yo sepa hombre discreto sin la maldad que ronda la lengua de su hijo, que en estos momentos en paz descanza su oficio de ofidio.

Dime con quién andas y te diré quién eres, dice un refrán en este caso certero y contundente. Lo digo porque sé de buena fuente  que en este trabajo cooperaron lenguas viperinas de Unión Hidalgo, Espinal y la Séptima sección, lenguas presentes algunas y no por eso avergonzadas de su proceder. A ellas, a esas lenguas,  nuestro agradecimiento por todo lo que han dicho y por lo que no dejarán de decir, para que este libro, tan necesario en estos tiempos aciagos, haya salido a la luz. Y en un aparte, a mi apreciado Víctor Terán, para que de manera pública le digamos que cuide su lengua, porque con la misma lengua que mide será medido.  

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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