Cultura
Cuando el puerto de Salina Cruz volvió a nacer. 24 de enero de 1938.
1938 fue muy importante para Salina Cruz. Habían transcurrido diez años desde que el puerto fue cerrado a la navegación como consecuencia del cierre de la bahía obstruida por la arena almacenada a partir de la bocana, ocasionado por el hecho de haber suspendido el Gobierno Federal los trabajos de dragado desde el año de 1917. Durante esos diez años sucedieron muchas cosas en el puerto. En febrero de 1934 el general Cárdenas visitó el Istmo de Tehuantepec como candidato a la Presidencia de la República y en Salina Cruz prometió reabrir nuevamente el puerto a la navegación. En ese año también los señores Baldomero Jiménez y don Luis López iniciaron el tráfico marítimo en La Ventosa para resarcir un poco el agobio de los salinacrucenses por la falta de fuentes de trabajo. Muchos se habían marchado a otros lugares; pero los que se quedaron vivieron el inicio del resurgimiento de nuestra ciudad y puerto.
Al tomar posesión de la Presidencia de la República don Lázaro Cárdenas el 1 de diciembre de ese año, Salina Cruz pareció encontrar el rumbo, pues a partir de 1936 el gobierno comenzó a invertir para recuperar la infraestructura portuaria; pero el problema era que los barcos no podían entrar por la arena que cubría toda la bahía. Afortunadamente, en este lugar se había quedado atrapada la draga “Minessotta”, que empezó a trabajar para desalojar la abundante arena que cubría hasta la bocana, impidiendo la entrada del mar. Entonces la draga comenzó a abrir un canal hasta la bocana para que el agua encontrara cauce y llegara a la bahía; pero pasaba el tiempo y no se veían los resultados.
Un día, el lunes 24 de enero de 1938 sucedió algo que llenó de satisfacción a los habitantes del puerto. El mar entró y de un solo golpe desplazó el tapón que cubría la entrada de la bocana, desalojándola por completo, llevándose las olas la arena que en grandes cantidades se había acumulado.
Este acontecimiento fue informado por el periódico Oaxaca Nuevo, de la ciudad capital del estado y así escribió el martes 25 de enero de ese año:
“LO QUE NO HIZO EL GOBIERNO LO VINO A HACER LA NATURALEZA EN SALINA CRUZ”.
En su nota, el medio informativo describió que un fuerte golpe de mar arrojó la enorme masa de arena que obstruía la entrada al puerto que desde hacía diez años provocó que éste estuviera cerrado para todo tipo de navegación de altura. Atribuyó este resultado a una acción de la naturaleza y no a los trabajos que el Gobierno realizaba. Lo relatado por el periódico fue una apreciación muy particular del reportero, lo cierto fue que la entrada del mar a la bahía obedeció a la formación de ese canal que la draga “Minessotta” había realizado y la acción del mar fue un complemento para recuperar la bahía. Desde ese momento el puerto volvió a cobrar vida. Tan fue así que al día siguiente entró el remolcador “Víctor Manuel”, propiedad de don Baldomero Jiménez Diego y que en esos años auxiliaba a las embarcaciones que llegaban a La Ventosa.
Antes de esto, durante esos diez años, la bahía que estuvo cubierta por la arena, se había convertido en zona de paseo de los porteños. En el lugar habían crecido los matorrales y espinas, así como otras plantas que cubrieron el área. También fue aprovechado por algunos deportistas que en sus ratos libres utilizaron el espacio para practicar el béisbol. Esa etapa fue años difíciles para los salinacrucenses porque ningún barco llegaba al puerto y se habían perdido las esperanzas, Salina Cruz fue un pueblo muerto.
Tiempo más tarde, el jueves 10 de febrero de 1938 llegó al puerto la draga “Coatzacoalcos”, enviada por el Gobierno federal. Este buque que afortunadamente pude conocer y pasear en él cada 1º. de junio “Día de la Marina”, se encargó de continuar los trabajos de dragado que había iniciado la “Minnesota”. La draga “Coatzacoalcos” todavía estuvo en funciones alrededor de los años sesenta del siglo pasado, auxiliado por la draga “Miguel Alemán” que años más tarde se incorporó al puerto.
A partir de 1938, los barcos volvieron a llegar a Salina Cruz, Un Pedacito de Cielo en la Tierra y el 10 de julio de ese año el buque nicaragüense “Santa Isabel” entró al puerto gracias a los trabajos que se estaban realizando por el gobierno del general Cárdenas. Este es un pasaje de nuestra historia que con el tiempo ha pasado a formar parte de las Crónicas de un Puerto.
Cultura
Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024
Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad
Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.
Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.
En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.
El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.
Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.
Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.
Cultura
Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño
Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet
El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo, se torna, interesante para la mente infantil.
En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual, José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.
En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.
Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.
El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.
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