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Cultura

Nuestra señora de las iguanas

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Juchitán, Oaxaca.- “Nuestra Señora de la Iguanas” es Sobeida Díaz, juchiteca retratada por Graciela Iturbide hace más o menos treinta y cinco años. La foto resultó emblemática de la fotógrafa que ganó el Premio Internacional de Fotografía, otorgada por la Fundación Hasselblad, considerado el premio “Nóbel” de esta disciplina. 

Antes que apareciera en medios nacionales el reconocimiento a Iturbide y de sus fotografías, un promotor cultural amigo mío, me había solicitado la nota que redacté el día de la muerte de Sobeida Díaz. Aunque no pude conseguirle aquella nota, al saber que su objetivo era la de hacerle un homenaje no a la fotógrafa sino a la juchiteca, le di algunos datos que me ayudó a recordar el tenor Ezequiel Nushpian que al igual que la iguanera es originario de la cuarta sección, que antes era barrio de cazadores de iguana, aunque la que se ha identificado antiguamente con este reptil es la segunda sección, “segunda guchachi’” le denominaban.
Sobeida Díaz cayó al piso luego de bajar las escaleras del Palacio Municipal víctima de una ataque al corazón, estaba cercana a los 60 años y tenía sobrepeso; se había sentido mal unos minutos antes y acudió con las jóvenes médicos de la Regiduría de Salud que le hicieron tomar unas pastillas para la gripa.
En ese entonces era Coordinador de Prensa de una gestión que apenas iniciaba, por lo que tuve que acudir junto con dos compañeras periodistas a que entrevistaran a las jóvenes médicos de la Regiduría de salud, pues éstas habían sido acusadas de negligencia médica por haberle provocado la muerte a la que al final de su vida tenía el noble oficio de barrendera al servicio del Ayuntamiento.
Ya era tarde cuando me llegó la noticia que la fallecida era la juchiteca más famosa del mundo, conocida por millones por haber posado para la cámara de Graciela Iturbide. Rápidamente hice la nota para que se supiera que había muerto el icono más conocido de Juchitán en el mundo. Por la premura no corroboré si los apellidos que me habían proporcionado eran los correctos, por mi culpa los familiares de la difunta por poco linchan a un voceador que anunciaba la noticia de la muerte con los apellidos erróneos.
Lo que trascendió al día siguiente fue el por qué una mujer tan famosa como Na Sobeida hubiera muerto en la pobreza, que Graciela Iturbide había recibido los dividendos con la imagen de la juchiteca y que jamás le correspondió a su modelo con algún dinero. Aunque alguna vez la fotógrafa dijo que no estaba bien andar por ahí tomando fotos sin retribuirle en algo a los de las imágenes, me parece que no se refería precisamente al dinero.
En ese tiempo no estuve de acuerdo con el reproche que se le hizo a Iturbide y actualmente sigo en la misma posición. Graciela Iturbide ha captado miles de imágenes, si tuviera que por responder económicamente por cada una de las personas que retrató no le alcanzarían todo el dinero que ha obtenido por sus fotografías. Sin duda Na Sobeida con sus ojos de iguana contribuyó para el éxito de la foto, pero nunca hubiera trascendido sin el ojo fotográfico de Graciela Iturbide que captó la imagen como algo valioso y artístico.
Si es cierto que antes que la foto existía ya una obra de Juan Soriano de una istmeña con iguanas en la cabeza, no creo que Iturbide haya montado la imagen. Como algunos sabemos las tecas de hace treinta años no contaban con los triciclos actuales para trasladarse, tenían que acudir a su habilidad de equilibristas para mantener sus mercancías en la cabeza mientras se hacían de su silla o alguna otra cosa que transportarse de sus casa a sus puestos en el mercado, tal vez en esta circunstancia estaba Na Sobeida cuando Graciela Iturbide vislumbró el instante estético de la juchiteca con ese manojo de iguanas amarradas posadas en su cabeza.
Graciela Iturbide contribuyó en mucho para que decenas de fotógrafos extranjeros, nacionales y hasta oriundos de aquí se la hayan pasado retratando a nuestras paisanas en el mercado, lo que tiene hastiadas a las tecas que han llegado al enojo, no tanto porque no reciben dinero alguno de lo que creen que los fotógrafos obtienen después por retratarlas, si no el destino que tienen sus imágenes: muchas se han muerto del coraje al llegar a ver los pies fotos de sus instantáneas e las describen como golpeadoras de sus maridos y adosarles diálogos que las exhiben como mujeres con más de un amante.
Esta fotógrafa mexicana ha centrado su trabajo en las mujeres indígenas de todo el país, Iturbide pertenece a esta generación de fotógrafos del instante, de su autoría son instantáneas que muestran la crudeza de la realidad que algunos han calificado de realismo mágico, la mayoría de sus fotografías están muy lejos de esta “armonía entre animales y humanos” que nos endilgan por la televisión. Al contrario del trabajo de Gregori Colbert que muestra esta armonía aparente entre animal y ser humano, uno recuerda la serie de fotos sobre la matanza de chivos en la mixteca que captó Iturbide.
En Juchitán también existe esta matanza pero de iguanas, cuál es el destino de una iguana si no en la cazuela de una juchiteca, fragmentada en el guiso de tomate y chile o en el tamal envuelto en su salsa especial con el premio de sus huevecillos. Pero el mejor premio es la de encontrar en su cabeza el “guie xhaaya’”, una piedrecilla que los antiguos cazadores zapotecos colocaban en el ceñidor para la buena suerte.
La iguana ha quedado para siempre no sólo como el animal que identifica a Juchitán si no al istmo, y para aquí cortarle como dice el corrido les dejo dos poemas dedicados a la iguana, tomados de la revista, por supuesto, de Guchachi’ Reza.

Iguanas
Alfredo Cardona Peña

He mirado las iguanas:
ojos de piedra, corazón de selva.
He tocado las iguanas:
trajes de sombra, piedras de tormenta.
He comido las iguanas:
sabor alado, comunión de abismo.
He escuchado las iguanas:
rumor en los oscuro, pasos en el tiempo.
He soñado las iguanas:
islas que se ahogaron, dragones que fueron.
He olido las iguanas:
aroma de hierba, nómada sutil.
–¿Y los pavo reales, y las mariposas,
la alondra azul?
-Dejadlos. Que los animales
mientras más secretos, más divinos son.

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Visita al iguanar
José Alfredo Escobar

I
La iguana se dibuja en la piedra
por el sudor ácido de su cuerpo.
Ocurre que forme un jeroglífico
con los insectos que atrae
con su saliva de niña,
la misma que, según Fray Diego de Landa,
cura el ojo de nube con su agua.

II
Es un secreto a voces
que la iguana es de piedra,
mas no de piedra que se desmorona
entre los dedos, no;
sino piedra que canta.
Porque la iguana canta:
juglar de la prehistoria,
trajo el verso hecho del polvo
para plantarlo en la sabia de la voz,
en la lengua y corazón del hombre.

III
La iguana es un silencio redondo
en el se recogen los ladridos de los perros.
Las canciones que el hombre canta
las apunta en el arrugado papel de su lomo,
Cuando asoma su timidez
por las rendijas perrunas del iguanero.

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V
Ella esconde en su reloj de arena
lo que sucede en el tiempo;
es un clavo clavado en el perchero de los siglos.
Por eso contar iguanas es repasar las horas
idas y por venir sin porvenir.

VI
Cazar iguanas de noche es oficio de poetas.
Su negro lomo separa el día de la noche.
Ella nos trae la luz.

VII
Pocos lo saben:
la iguana se alimenta del rencor del mundo:
limpia la piel estiercolera del odio
para borrarlo de la memoria del hombre
(pero la memoria es rayo de arena fresca
para nutrirse a sí misma,
y pagar el precio de su eternidad).

VIII
Habría que descifrar el alfabeto
de su piel rugosa,
las historias escondidas en el moho de sus uñas,
su predilección neutral del mar y la tierra,
la diurna de sus salidas
y sus ceremonias con el sol.
Habría que buscar en lo caliente de su sangre
su prolijidad de cabrón y cabrona,
habría que leer en los bordes de su herida
la insania del iguanero.

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Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

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Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

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Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

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Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

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El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

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