Conecta con nosotros

Cultura

Dxumi laga

Publicado hace

el

Julia, Beta y Lancha son hijas del carrizo que un día tejió don José en un rancho de San Agustín, las tres hermanas viajaron, porque ese era su destino, debían ser llevadas donde las pidieran, aunque tuvieran que olvidarse y despedirse para siempre de aquel olor vallisto a maguey, nísperos y guajes en que habían nacido y como también sus antepasados lo hicieron por la misma causa; y es que don José aprendió el oficio de sus predecesores familiares, quienes un día viajaron a la antigua Ixtaxochistlán, llevando esa mercancía que las tecas adoptaron para siempre por su utilidad. En fin, ahora ha pasado el tiempo y es la ciudad comercial de Juchitán quien las espera.

 Ante tantas otras, Julia, Beta y Lancha deciden hacer un pacto de hermandad y acuerdan no soltarse; la camioneta donde iban se ha detenido, don José no encontró una sombra para estacionarse, bajó y se recargó en un portón donde había una bochornosa sombrecilla, mientras que ellas estuvieron por largo tiempo exhibiéndose ante aquel fulminante sol y nadie había venido por ellas. 

Del rumbo de la séptima sección, se vio venir a una teca gorda que al verlas, pidió una de inmediato, regateó y don José se la dejó a veinticinco, la pagó. El que comerciaba quiso darle una de las que tenía más cerca, pero, resultó que estaba unida con otras dos, no se soltaban, se habrían enredado tal vez, con un listón de palma que evitaba que las robaran, entonces la teca aprovechó y le dijo:

 -¡Ay malo! dame las tres por sesenta. Pensando don José que ya eran otros tiempos y muy difícil su venta, se las dio. Conforme la teca se alejó del dxu’ y de las otras que en la camioneta seguían.

Anuncio

 Cuando la teca llegó a su casa con Julia, Beta y Lancha, no le importó preguntarles su nombre, ellas desde ese día serían: Dxumi gueta, Dxumi su y Dxumi laga; dos se quedarían en casa: Una en la cocina y otra esperaría la cosecha de ta Cástulo (marido de la teca) y la tercera acompañaría a na Tina –así le decían a la tequita- al mercado todos los días, donde tras el templo de Xavizende vendía ollas de barro pintadas o al natural que compraba en Ixtaltepec. Al caer el día, ante el canto festivo de cientos de zanates, recorría el mercado, cargando lo que na Tina compraba: Cuatro memelas, un pedazo de pez paloma, un cuarto de crema o mantequilla, queso cuajada, una bolsa de mueganitos (bolsitas de pan azucaradas), tamalitos de elote y algunas otras cosas; pero dxumi laga adoraba ese trabajo porque paseaba, aprendía el Zapoteco y había adquirido el gusto por esos nuevos aromas a camarón seco, pan bola, cuerno y pasta que feliz llevaba a casa. Había ocasiones en que Dxumi laga por la mañana, no iba vacía sino que cargaba piezas pequeñas de barro para el puesto, como: Bladu yu, tinajitas, tanguyú para recuerdo y unas latitas de pintura, un botecito de thinner, algunas brochitas y unos rollitos de pita o mecate delgado.

 En algunas ocasiones viajaba lejos, iba a Matías, Ixtepec, Tehuantepec y otros pueblos del Istmo, subí al UPCI donde el cobrador ya sabía en que lugar ubicarla; cuando llegaba a casa, contaba todas sus aventuras a Dxumi gueta y Dxumi su, que también vivían acostumbradas y alegres. Un día, Dxumi laga estaba con na Tina en el puesto de trastes, vino un viento fuerte que tumbó un bote de pintura roja que equilibraba sobre una pichincha volteada y manchó muy feo a Dxumi laga; na Tina rápidamente agarró un trapo, lo mojó con thinner y la limpió lo mejor que pudo, y cuando pasaron por donde venden pollo horneado y totopo, todas las vendedoras le dijeron a na Tina.

-Ay nana, mira como se manchó tu dxumi laga, ¡que bárbaru!.

-Ajá –respondió- y se fue a su casa.

Entonces Dxumi laga hizo ante sus hermanas –mientras les contaba- todo loposible por limpiarse bien y al otro día despertar más hermosa que nunca, para adornar arriba de la mirada de na Tina, y así fue; también a ésta, al llevarla por la mañana, le pareció muy limpia y muy bonita, hasta cortó unos tulipanes y se los puso para que le adornaran más.

Anuncio

Pasó un tiempo y a na Tina y sus compañeras las mandaron con su puesto de trastes a otro lugar, a un mercadito que está por donde pasa el tren, ahora Dxumi laga viaja a diario en un urbano o a veces en carreta de caballo.

Ocurrió que repentinamente, en un día de esos, ella vio a don José parado junto a su carro, la vio también él, pero ya no supo quién era, estaba ahí, sin vender nada, tal vez porque en la mañana de ese mismo día habían pasado a los puestos un montón de gringos, regalando bolsas de plástico, de colores muy serios y en su portada unas letras grandes, bien formaditas y bien negras que decían WAL MART “tu nueva tienda de confianza”. Na Tina va ahora muy contenta, hasta ya ni compró todos los encargos, le faltó café molido y unas medidas de maíz para las gallinas y los guajolotes de la casa; Dxumi laga tiene un mal presentimiento. ¡Nadxielii! ¡Nadxielii” –gritó a su hija na Tina- ¡mira! Lo que me regaló una amiga güera…está bonita ¿verdad?

-Sí, está bonita – respondió la niña.

-A todas nos dieron, desde mañana la voy a llevar, aguanta todo y está grande…¡Saca esa Dxumi laga y llévala al patio para que ahí echemos la basura!

Julia, Beta y Lancha son hijas del carrizo que un día tejió don José en un rancho de San Agustín, las tres hermanas viajaron, porque ese era su destino, debían ser llevadas donde las pidieran, aunque tuvieran que olvidarse y despedirse para siempre de aquel olor vallisto a maguey, nísperos y guajes en que habían nacido y como también sus antepasados lo hicieron por la misma causa; y es que don José aprendió el oficio de sus predecesores familiares, quienes un día viajaron a la antigua Ixtaxochistlán, llevando esa mercancía que las tecas adoptaron para siempre por su utilidad. En fin, ahora ha pasado el tiempo y es la ciudad comercial de Juchitán quien las espera.

Anuncio

Ante tantas otras, Julia, Beta y Lancha deciden hacer un pacto de hermandad y acuerdan no soltarse; la camioneta donde iban se ha detenido, don José no encontró una sombra para estacionarse, bajó y se recargó en un portón donde había una bochornosa sombrecilla, mientras que ellas estuvieron por largo tiempo exhibiéndose ante aquel fulminante sol y nadie había venido por ellas.

Del rumbo de la séptima sección, se vio venir a una teca gorda que al verlas, pidió una de inmediato, regateó y don José se la dejó a veinticinco, la pagó. El que comerciaba quiso darle una de las que tenía más cerca, pero, resultó que estaba unida con otras dos, no se soltaban, se habrían enredado tal vez, con un listón de palma que evitaba que las robaran, entonces la teca aprovechó y le dijo:

-¡Ay malo! dame las tres por sesenta. Pensando don José que ya eran otros tiempos y muy difícil su venta, se las dio. Conforme la teca se alejó del dxu’ y de las otras que en la camioneta seguían.

Cuando la teca llegó a su casa con Julia, Beta y Lancha, no le importó preguntarles su nombre, ellas desde ese día serían: Dxumi gueta, Dxumi su y Dxumi laga; dos se quedarían en casa: Una en la cocina y otra esperaría la cosecha de ta Cástulo (marido de la teca) y la tercera acompañaría a na Tina –así le decían a la tequita- al mercado todos los días, donde tras el templo de Xavizende vendía ollas de barro pintadas o al natural que compraba en Ixtaltepec. Al caer el día, ante el canto festivo de cientos de zanates, recorría el mercado, cargando lo que na Tina compraba: Cuatro memelas, un pedazo de pez paloma, un cuarto de crema o mantequilla, queso cuajada, una bolsa de mueganitos (bolsitas de pan azucaradas), tamalitos de elote y algunas otras cosas; pero dxumi laga adoraba ese trabajo porque paseaba, aprendía el Zapoteco y había adquirido el gusto por esos nuevos aromas a camarón seco, pan bola, cuerno y pasta que feliz llevaba a casa. Había ocasiones en que Dxumi laga por la mañana, no iba vacía sino que cargaba piezas pequeñas de barro para el puesto, como: Bladu yu, tinajitas, tanguyú para recuerdo y unas latitas de pintura, un botecito de thinner, algunas brochitas y unos rollitos de pita o mecate delgado.

En algunas ocasiones viajaba lejos, iba a Matías, Ixtepec, Tehuantepec y otros pueblos del Istmo, subí al UPCI donde el cobrador ya sabía en que lugar ubicarla; cuando llegaba a casa, contaba todas sus aventuras a Dxumi gueta y Dxumi su, que también vivían acostumbradas y alegres. Un día, Dxumi laga estaba con na Tina en el puesto de trastes, vino un viento fuerte que tumbó un bote de pintura roja que equilibraba sobre una pichincha volteada y manchó muy feo a Dxumi laga; na Tina rápidamente agarró un trapo, lo mojó con thinner y la limpió lo mejor que pudo, y cuando pasaron por donde venden pollo horneado y totopo, todas las vendedoras le dijeron a na Tina.

Anuncio

-Ay nana, mira como se manchó tu dxumi laga, ¡que bárbaru!.

-Ajá –respondió- y se fue a su casa.

Entonces Dxumi laga hizo ante sus hermanas –mientras les contaba- todo lo posible por limpiarse bien y al otro día despertar más hermosa que nunca, para adornar arriba de la mirada de na Tina, y así fue; también a ésta, al llevarla por la mañana, le pareció muy limpia y muy bonita, hasta cortó unos tulipanes y se los puso para que le adornaran más.

Pasó un tiempo y a na Tina y sus compañeras las mandaron con su puesto de trastes a otro lugar, a un mercadito que está por donde pasa el tren, ahora Dxumi laga viaja a diario en un urbano o a veces en carreta de caballo.

Ocurrió que repentinamente, en un día de esos, ella vio a don José parado junto a su carro, la vio también él, pero ya no supo quién era, estaba ahí, sin vender nada, tal vez porque en la mañana de ese mismo día habían pasado a los puestos un montón de gringos, regalando bolsas de plástico, de colores muy serios y en su portada unas letras grandes, bien formaditas y bien negras que decían WAL MART “tu nueva tienda de confianza”. Na Tina va ahora muy contenta, hasta ya ni compró todos los encargos, le faltó café molido y unas medidas de maíz para las gallinas y los guajolotes de la casa; Dxumi laga tiene un mal presentimiento. ¡Nadxielii! ¡Nadxielii” –gritó a su hija na Tina- ¡mira! Lo que me regaló una amiga güera…está bonita ¿verdad?

Anuncio

-Sí, está bonita – respondió la niña.

-A todas nos dieron, desde mañana la voy a llevar, aguanta todo y está grande…¡Saca esa Dxumi laga y llévala al patio para que ahí echemos la basura!

Pedro Pablo Ruiz Moya
(Estudiante del VIII semestre de Español en la Escuela Normal Superior del Istmo de Tehuantepec.)

Artículo publicado en el periodico ENLACE / Año 2005.

Anuncio
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

Juana Hernández López: La Voz de la Mixteca que resuena en la Guelaguetza 2024

Publicado hace

el

Una vida de lucha y dedicación que une fronteras y preserva la riqueza cultural de su comunidad

Oaxaca de Juárez, Oaxaca.- (Cortamortaja) 22 de Junio de 2024.- En el corazón de la Guelaguetza, la festividad más emblemática de Oaxaca, ha emergido una figura que encarna la resistencia, el amor por la cultura y la dedicación incansable a su comunidad. Juana Hernández López, originaria de Santiago Juxtlahuaca, ha sido coronada como la Diosa Centéotl 2024, una distinción que celebra no solo su belleza y carisma, sino también su extraordinaria trayectoria y compromiso social. Hoy, en un momento aún más significativo, Juana celebra su 65 cumpleaños, un detalle que añade más emoción y significado a su historia de vida.

Juana no es solo una docente de español e historia; es una narradora de la realidad y una guerrera por la justicia educativa. Su camino ha estado marcado por la adversidad y la migración, habiendo tenido que dejar su amado Juxtlahuaca para buscar oportunidades en Estados Unidos. Esta experiencia no la quebrantó, sino que la fortaleció, convirtiéndola en una voz poderosa para la comunidad migrante mixteca.

En Fresno, California, Juana tomó las riendas de Radio Bilingüe, entendiendo que cuando los migrantes cruzan las fronteras, llevan consigo más que pertenencias; llevan su lengua, su cultura y su identidad. Desde los micrófonos de la radio, Juana se convirtió en un faro para aquellos que añoraban su tierra, ofreciendo no solo información y compañía, sino un puente que conectaba corazones divididos por la distancia.

El regreso de Juana a Juxtlahuaca no fue un retorno a la comodidad, sino una extensión de su misión. Desde 2019, ha dirigido un programa en XETLA, La Voz de la Mixteca, donde comparte su lengua materna, las tradiciones ancestrales y las historias de la comunidad migrante. A través de las ondas radiales, sigue tejiendo la trama de su cultura, manteniéndola viva y vibrante.

Juana Hernández López no solo representa a las mujeres de su comunidad; representa a todas aquellas personas que han tenido que abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. Su historia es un testimonio de resiliencia y pasión, un recordatorio de que la cultura es un tesoro que nos sigue, nos define y nos une, sin importar cuán lejos estemos de nuestro lugar de origen.

Hoy, como Diosa Centéotl y celebrando sus 65 años, Juana ilumina la Guelaguetza con su presencia y su historia, una luz de esperanza y fortaleza para todos aquellos que, como ella, creen en el poder transformador de la educación y la cultura.

Anuncio

Continuar leyendo

Cultura

Cuentos y dichos del niño y el adulto zapoteca espinaleño

Publicado hace

el

Profesor Luis Castillejos Fuentes / Libro El Espinal: génesis, historia y tradición / Foto: Internet

El terror a la muerte es la base del animismo primitivo de los zapotecas y los niños de antaño, mezcla resultante en alguna forma de este grupo étnico, traen consigo esta mentalidad que tiende a manifestarse en su vida cotidiana. La oscuridad de la noche era propicia para que, sentados sobre un pequeño montículo de arena fresca de río, la chamacada contara historias  sobre fantasmas: “Guenda ruchibi”. Unas veces las oían en voz de los “viejos”, otras de  algún niño que con buena memoria se las transmitía. Se hablaba del bidxaa, espíritu de alguien que se creencia le atribuye madad, que se hace presente o no, deambula en lo oscuro provocando ruidos y gritos extraños imitando la expresión gutural de algún animal. El “sombrerote,” personaje vestido elegantemente y “con mucha plata” para ofrecerla al incauto que cae en su seducción y dominio, convertirlo en su vasallo y llevarlo a vivir lejos, en la cumbre de una montaña o en alguna cueva para en un momento dado hacer el “mal” a otros, pues supónese que tiene pacto con el diablo, binidxaba. Se Cuenta también la historia de “la llorona”, mujer vestida de una blanca y sudada manta que gime desgarradoramente, ya que de esta forma expresa que su alma en pena vaga hasta que algo pendiente que ella dejó en el mundo de los vivos se vea realizado. Todos, “entes” imaginarios, pero eso sí con la creencia de ser portadores del mal y en la charla se da como si lo que se expone fuera una realidad, que aunque provoque miedo,  se torna, interesante para la mente infantil.

En el ambiente de pueblo, todo mundo se conoce, se respeta y se saluda. Y no falta alguien peculiar en su modo de ser, que lo hace distinto del otro, ya sea por poseer  congénito o adquirido algún vicio, cualidad, virtud, etc., sea por defecto físico o por algún hábito fuera de lo común que despierta curiosidad, gracia, burla, admiración y risa en niños y adultos. Este tipo de personaje se hace “relevante”, queda su dicho y su hecho para el comentario grato: Tá Llanque Castillejos “Chiquito”, empedernido tomador de mezcal, su saludo es un grito desgarrado y su gracia colocar un cigarrillo de hojas sobre sus pobladísimas cejas y exhibirse, “zou náa la o zahua lii” ese era su dicho habitual,  José “Huipa” ex-soldado de leva en la revolución, donde alcanzó el grado de cabo, traumado por lo que sufrió en sus andanzas y de mal comer en la brega, después de ingerir “anisado” marchaba solo por las calles haciendo ademanes con saludo militar. Genaro Clímaco, Naro Lele por sus largas extremidades inferiores, semejando al alcaraván, con unas copas que impactaban su cerebro le daba por filosofar: “si tu mal no tiene remedio, porqué sufres y si tu mal tiene remedio también porqué sufres” solía decir con cierta visión premonitoria hacia lo que en la vida es bueno o es malo. Ta Rafé Lluvi, músico por afición y por su adicción al “trago” ya no lo contrataban, de un instinto vivaz, con un papel u hoja verde de lambimbo sobre un peine, de su ronco pecho entonaba melodías para que algún parroquiano le obsequiara una copa y después a su “banquete” que era residuo de tortilla y sobras de comida que con los cerdos compartía en una canoa de madera. Y Tá Rafé aguantó más de un siglo a pesar de esa “vida”. Erasmo Toledo perspicaz y agudo charlador, su plática amena y entretenida despertaba interés y sus frases quedan: Naa Tá Llamo. Xi tal xa llac, le dice un amigo a otro, zaquezi naa marínu. ¿Cómo estás? es la pregunta y la respuesta, es “como siempre”, aunque hayan pasado varios años, hasta los 81, que ya pesaban sobre el cuerpo de Beto Marinu y que por lo mismo no podía conservarse igual, y tiempo después fue hallado muerto en un basurero.

 En las fiestas patrias, la noche del grito y el desfile obligado del l6 de septiembre, con la tabla calisténica organizada por el profesor Bruno Escobar Fuentes, acto muy concurrido porque era de regocijo para la gente del pueblo. Era especie de fiesta popular. Al terminar  el acto literario y el presidente municipal en turno de dar “el grito”, la concurrencia abandonaba el escenario. Quedaban algunos, ya “encopetados”, que a la voz de tribuna libre arengaban a la multitud: Ta Queño Cueto ngüí, Pedro Ché Vale, José “Huipa” y otros, lo hacían habitualmente, sus dichos incoherentes y burlones sobre algún hecho que la autoridad hacía mal, provocaba risas entre los espectadores para luego abandonar el lugar hasta el amanecer.      

Allá por los años cuarenta, antes de abrirse la carretera internacional, mercaderes oaxaqueños, “vallistos”, pasaban por Espinal, estancia de descanso después de un largo peregrinar. Cargaban sobre sus espaldas gruesas y pesadas pacas de pescado seco de san Mateo del Mar para llevar a Oaxaca. Tenían que cruzar en el trayecto la sierra de Guevea y Escuintepec y bajar a Mitla. En algún corredor de casa grande, estancia descansaban y los niños por curiosidad se asomaban y los rodeaban para hacerles picardía, robar algo de su mercancía mientras dormían y reírse de su indumentaria y de su menudo pero macizo cuerpo, al mismo tiempo, admirar su resistencia.

Anuncio

El apodo para diferenciar al común ciudadano o simplemente para distinguirlo de otro, es de uso común  en los pueblos zapotecas, Al sustantivo se le acompaña con un adjetivo para la fácil identificación: así se dice de Luis “nanchi”, Luis “niño”, Luis “valor”, Luis “guitu”, de José; ché “cuachi”, ché “benda”, ché “bachana”, ché “tita”, ché “huabi”, ché “mistu”, de Antonio; Toño “morral”, Toño “músico”, Toño “neta”, Toño “llúu”, etc.

Continuar leyendo

Tendencia